La dimisión del presidente valenciano Carlos Mazón es el resultado de una combinación devastadora de negligencia política y escándalo que ha segado la vida de 229 personas.
Su discurso lacrimógeno del lunes, reconociendo errores, suena hueco frente a la evidencia abrumadora de que su incompetencia contribuyó directamente a la pérdida de vidas durante las inundaciones de la DANA del 29 de octubre.
Muchos argumentarían que su mea culpa llegó con doce meses de retraso. En lugar de aferrarse al poder con uñas y dientes hasta una duodécima manifestación exigiendo su renuncia, debería haberlo hecho hace un año.
La decisión de Mazón de disfrutar de una larga y indulgenta comida con la periodista Maribel Vilaplana mientras la tormenta azotaba la Comunidad Valenciana –y su posterior fracaso en activar la alarma de emergencia– pinta un cuadro condenatorio de sus prioridades.
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Mientras los funcionarios públicos se afanaban por evaluar la severidad de la inundación, Mazón parecía más preocupado por la sobremesa que por salvar vidas. Su actitud gabe hacia la gravedad de la situación plantea preguntas cruciales: ¿ignoraba la magnitud del desastre o estaba sencillamente demasiado distraído?
El testimonio de Vilaplana, aunque sensacionalista, añade leña al fuego. Su vaga descripción de una ‘comida y tertulia posterior’ aportó escasa claridad sobre las acciones de Mazón durante las horas críticas.
Lo que sí está claro, sin embargo, es que su destino político fue sellado no solo por la tormenta, sino por su temerario desprecio hacia la responsabilidad que ostentaba.
Si bien la dimisión de Mazón es un paso hacia la rendición de cuentas, no es suficiente.
Las familias de las víctimas merecen más que disculpas. Los niños aún sufren los daños psicológicos causados por las aterradoras tormentas.
El gobierno valenciano debe actuar para restaurar la confianza, y aquellos responsables de no activar el sistema de alarma deben afrontar las consecuencias hasta el final. La dimisión de Mazón es solo el comienzo del ajuste de cuentas que debe proseguir.
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