Nadie realmente esperaba Barbarian, la película de terror del 2022 sobre una reserva de Airbnb que sale mal. Eso era parte del plan: un tráiler engañoso que solo mostraba una parte pequeña de la historia y un título presumido que prometía algo más grandioso de lo que parecía. Quizá por eso me pareció un poco alienante la reacción. Recibió elogios exagerados al estreno, y Zach Cregger, su director y guionista novato (con experiencia en comedia), fue proclamado el nuevo rey del género. Para mí, fue más truco que trato, un montaje que demostraba su habilidad, pero tambien cómo ocultaba un guión ilógico y poco inspirado con efectos llamativos.
El hype cambió inevitablemente con su siguente proyecto, Weapons, más grande, audaz y, por suerte, mejor. El buzz comenzó cuando su guión provocó una subasta importante meses después del éxito de Barbarian. Rumores decían que Jordan Peele quería tanto el proyecto que, al perderlo frente a New Line, cortó relaciónes con su representación. Han pasado más de dos años de anticipación—compañeros de Cregger comparándolo con Magnolia, estrellas como Julia Garner y Josh Brolin uniéndose, una campaña de marketing intensa—, así que ahora es imposible no verlo venir. Aún así, el equipo de Warner Bros merece crédito por guardar algo: los tráilers muestran imágenes impactantes sin revelar mucho más que la premisa.
Diecisiete niños de la misma clase desaparecieron. Todos se levantarón a las 2:17 AM y huyeron a la oscuridad. La policía está confundida y los padres furiosos, culpando a la maestra, la señorita Grady (Julia Garner). Ella es uno de los varios personales con perspectivas alternas, que incluyen un padre (Josh Brolin), un policía (Alden Ehrenreich), un delincuente menor (Austin Abrams) y el único niño que no escapó (Cary Christopher), revelando poco a poco qué pasó esa noche.
Es una premisa intrigante, a medio camino entre Stephen King y los Hermanos Grimm, y Cregger construye la trama con cuidado, manteniendonos intrigados. Los cambios de perspectiva permiten que el elenco brille—desde Garner como una figura odiada y nerviosa hasta Ehrenreich como un mujeriego irritable—, pero los personajes son planos, más como avatares de videojuego que protagonistas complejos. La trama es adictiva, pero con el tiempo notas su vacío. Por un lado, es un alivio que Cregger evite el trauma típico del terror moderno, y aunque algunos buscarán alegorías profundas en Weapons (como los que vieron un mensaje del #MeToo en Barbarian), en realidad es pura fuerza bruta, como una novela barata que no puedes soltar. Pero le falta algo: sorpresa o sofisticación.
Me recordó a Prisoners de Denis Villeneuve, aunque afortunadamente no es tan pretenciosa. Es igual de elegante, pero la trama es ridícula y simple. La estructura engañosa y las repeticiones de escenas hacen pensar en un misterio complejo, pero Weapons es más absurda y tonta de lo que parece, con policías incompetentes y ciudadanos ignorantes. Cregger sigue siendo un director inmersivo, creando escenas tensas y actuaciones impactantes (sobre todo de un actor que aparece tarde y cuyo nombre es spoiler), pero su narración se desmorona antes del final. La violencia extrema del clímax no tiene profundidad: es caos sin significado.
Cregger está mejorando y usando sus habilidades mejor que en Barbarian, pero todavía le falta algo. Algo más afilado.
