Eugene Costello, un periodista británico con una larga trayectoria en Londres, encontró su hogar definitivo en Valencia, España, hace seis años, atraído por la calidez de la ciudad, su cultura vibrante y la posibilidad de un nuevo comienzo tras una crisis de salud que cambió su vida y que lo dejó en un coma inducido por un paro cardíaco severo. “Curiosamente, mi hermano también sufrió un ataque al corazón mientras yo estaba en coma. Él también cayó en coma, pero no logró regresar”.
Era el momento de una nueva vida lejos del ajetreo de Londres, un lugar que solo le ofrecía recuerdos dolorosos y demasiado difíciles de soportar en el mismo sitio donde ocurrieron. Su trayecto, marcado por la resiliencia, el amor por su ciudad adoptiva y la espera continua de un trasplante de riñón, es un testimonio tanto de la belleza de España como de las adversidades personales que ha tenido que superar.
Para Euro Weekly News, Eugene comparte su historia, reflexionando sobre su profunda conexión con Valencia, la pérdida de su hermano Dermot y los desafíos de navegar el intrincado laberinto burocrático de España. Y para sus “paisanos”, los británicos que llegan a este país, también tiene algunas palabras de consejo y varios tips que sin duda facilitarán mucho su integración en este país increíble.
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Un giro drástico de los acontecimientos
Hace seis años, la vida de Eugene dio un giro drástico. “Sufrí un infarto grave que me dejó en coma, y casi muero”, recuerda. Trágicamente, mientras estaba inconsciente, su hermano menor Dermot, de 49 años, sufrió un paro cardíaco repentino y también cayó en coma. “Desperté tras dos semanas y, obviamente, sobreviví”, comenta Eugene, con la voz quebrada por la pena y los ojos vidriosos.
“Él permaneció en coma, y tras unos nueve meses, nos convencieron de retirarle la alimentación por vía parenteral porque estaba con muerte cerebral”. La pérdida fue un golpe profundo, pero se convirtió en un catalizador para el cambio. “Eso fue, en cierta forma, lo que me impulsó a mudarme a España”, afirma. “De todo siempre sale algo bueno”.
La decisión de Eugene de trasladarse surgió de una conversación con su amiga Annie Bennett, periodista especializada en España. Cuando él mostró interés por Sevilla, ella le advirtió sobre sus veranos abrasadores y le sugirió Valencia. “Me dijo: ‘¿Por qué no echas un vistazo a Valencia? Hay un barrio llamado Ruzafa que creo que te va a encajar perfectamente’”, recuerda Eugene, cuya sonrisa perdurable es admirable, ya que irradia positividad y una voluntad de vivir poco común, al igual que sus ojos y sus gestos faciales que a veces dicen más que sus propias palabras.
Una visita de tres días fue suficiente
Visitó la ciudad durante tres noches, se alojó en el vibrante distrito de Ruzafa—cuyo nombre, derivado de una palabra árabe que significa “jardín”, evoca sus raíces históricas como lugar de esparcimiento—y se enamoró al instante. “Vi un piso, y dije: ‘Este piso lo quiero yo’”, relata. En un mes, empaquetó su vida en el Reino Unido, donde había escrito para medios prestigiosos como The Guardian, Sunday Times y Daily Mail a lo largo de una carrera de 25 años, y se estableció en Valencia. Viajó con su amigo y colega Richard Simpson, quien, sin embargo, ‘no bebió el agua’, por lo que pudo regresar a casa.
El encanto de Valencia cautivó a Eugene, cuyos amigos crearon una página en GoFundMe debido a las dificultades económicas que enfrenta por su enfermedad y la denegación por parte del gobierno de la prestación por incapacidad, un rechazo sin sentido basado en un error administrativo. “Lo mejor de España es su gente”, asegura. “Gente increíblemente cálida, en general, muy amable”. A diferencia del bullicio y la hostilidad ocasional de Londres, encontró Valencia refrescantemente segura y acogedora. “Hay muy poca criminalidad violenta”, señala, desestimando los informes exagerados de peligrosidad como algo que no representa su experiencia. “Nadie aquí es consciente de la violencia, y simplemente no ocurre”. La cultura de alimentación sostenible de la ciudad también lo conquistó. “La fruta y verdura aquí son deliciosas”, comenta, elogiando la Huerta de Valencia por sus productos de proximidad y sus mercados llenos de vida. “Si estás dispuesto a cocinar, la variedad de alimentos disponibles es asombrosamente buena”.
Diagnosticado de insuficiencia renal
Aun así, la vida de Eugene en España no ha estado exenta de lucha. Hace un año, le diagnosticaron insuficiencia renal, una condición que ahora requiere diálisis tres días por semana. A pesar de ello, habla maravillas del sistema público de salud español. “El sistema sanitario público español es increíble”, afirma. “Tengo una relación muy cercana con mi nefróloga. Es encantadora, muy amable”. El programa de trasplantes español, líder mundial, le da esperanzas mientras aguarda un trasplante de riñón, aunque un problema médico reciente ha complicado el proceso.
“España es el país número uno del mundo en trasplantes”, explica, señalando el sistema de donación de órganos por consentimiento presunto vigente desde 1979, que ha fomentado una cultura de generosidad. “Algo más del 40% de los españoles donan sus órganos, en comparación con menos del 20% en el Reino Unido”.
No obstante, el entusiasmo de Eugene por España se ve matizado por una frustración persistente: la burocracia. “La burocracia aquí es demencial”, comenta. “Todo es muy lento, y todo hay que hacerlo con papeles”.
Desde conseguir citas hasta acceder a prestaciones, el sistema a menudo parece una reliquia de los años cincuenta. Eugene ha enfrentado desafíos para obtener beneficios de la seguridad social debido a una inscripción incorrecta de sus años de trabajo, lo que lo dejó incapacitado para trabajar mientras está en diálisis. “Me dijeron:
Su amor por Valencia permanece inalterable
‘No, no puede modificar su inscripción. Es imposible’”, recuerda, exasperado. Ahora está consultando con un abogado para navegar el opaco proceso. La dependencia de los gestores—intermediarios que sortean obstáculos burocráticos por un fee—le molesta aún más. “Me parece antidemocrático”, opina. “¿Por qué debería pagar a un gestor? ¿Por qué no puedo simplemente pedir cita y hablar con otro ser humano?”.
A pesar de estos desafíos, el amor de Eugene por Valencia permanece inquebrantable. El estilo de vida relajado de la ciudad, desde las comidas pausadas de paella hasta su vibrante espíritu comunitario, lo ha afianzado. “Me encanta el modo de vida español”, dice con convicción.
Incluso mientras espera un trasplante y lidia con frustraciones burocráticas, la historia de Eugene es un testimonio de resiliencia y gratitud hacia la ciudad que le brindó un nuevo comienzo después de una pérdida inimaginable. ¡Ah, por cierto! Una vez periodista, siempre periodista. Eugene es un vivo ejemplo de ello, ya que continúa escribiendo para su sitio web, llamado, sí, lo adivinaste, Valencia Life. Valencia, con su gente cálida y sus calles bañadas por el sol, es el lugar donde planea quedarse el resto de su vida.
