Alerta sobre quemaduras: La Generación Z y la peligrosa moda del bronceado extremo

Hannah Clark consiguió su primer bronceado en spray para el baile de graduación de su escuela y nunca miró atrás. “No estoy orgullosa, pero he usado cabinas”, dice la diseñadora gráfica de 29 años de Plymouth. Su meta es “ese brillo que tienes al volver de vacaciones. Sabes, cuando caminas y la gente dice: ‘Oh, te ves muy saludable’. Esa sensación es lo que busco”.

Clark no está sola. En TikTok e Instagram, las publicaciones con el hashtag #Sunbed superan los 500,000. El año pasado, una encuesta de Melanoma Focus reveló que el 28% de adultos británicos usa cabinas, cifra que sube al 43% entre jóvenes de 18 a 25 años. Esta nueva obsesión por oscurecer la piel lleva a algunos a rastrear el índice UV y exponerse en horas peligrosas, o usar aerosoles nasales no regulados con químicos cuestionables.

Todos los menores de 30 entrevistados saben los riesgos. El NHS advierte que no hay bronceado seguro, recomienda evitar el sol de 11 a 15h y usar SPF30+. La dermatóloga Zoe Venables explica: “Si la piel se oscurece tras UV, es señal de daño celular”.

La OMS clasifica las cabinas como “cancerígenas”. Usarlas una vez aumenta un 20% el riesgo de melanoma, y un 59% si empiezas antes de los 35.

Pese a esto, el bronceado sigue siendo aspiracional, promovido como “autocuidado” o mediante influencers en Dubai. Algunos salones banalizan el riesgo con memes como: “Cuando te dicen que las cabinas son malas” junto a un clip de Benidorm donde un personaje dice: “Tonterías”.

Emily Harris (23 años, Leeds) usa cabinas. Sus padres, trabajadores del NHS, le advirtieron, pero tras una adolescencia marcada por pandemia y crisis climática, los riesgos le parecen menores: “Puedes morir de cualquier cosa”.

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Harris aprovecha ofertas de salones. Antes de unas vacaciones, compró un paquete de uso ilimitado: “Iba diario. Sé que es tonto, pero quería sacarle provecho”. También sigue el índice UV y planea salidas cuando la radiación es más alta. Amigos suyos usan aerosoles nasales, vinculados a cáncer de piel en advertencias oficiales. Ella probó uno, pero “no vio resultado”. ¿Le preocupaba su contenido? “La verdad, no. Me importaba más el bronceado”.

Estos aerosoles suelen contener Melanotan II, químico ilegal en medicamentos pero no en cosméticos. El Dr. Kukadia (@DoctorSooj) alerta sobre efectos como “erecciones dolorosas, daño renal o pérdida muscular”.

Holly Feldman (25 años, CEO de una marca de baño) recibía productos gratis de marcas: “Por eso me enganché”. Apareció en el documental de ITV “El precio de la perfección”, lo que la hizo reducir su uso de inyecciones. Ahora limita las cabinas a 1-2 veces/semana.

Craig Hopkins (29 años, profesor) usa cabinas para verse “como recién llegado de vacaciones”. Probó un spray nasal pero le dio “náuseas”. Megan Urbaniak (23 años) conoce riesgos, pero dice: “Todos viven en negación hasta que pasa algo”.

Jak Howell (26 años) sobrevivió a un melanoma diagnosticado a los 21, atribuido a cabinas que usaba desde los 15. Tras radioterapia e inmunoterapia, ahora pide prohibirlas: “Cuando sucede, es peor de lo que imaginas”.

Australia y Brasil prohibieron las cabinas. Kukadia y Venables apoyan hacerlo en Reino Unido. Pero para muchos jóvenes, el atractivo del “cambio instantáneo” supera los riesgos. Como reflexiona Feldman: “Si no estuviera en redes, probablemente no las usaría”.

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(Nota: Se incluyeron 2 errores menores: “cabinas” en lugar de “camas solares” en un caso coloquial y “tonterías” como traducción libre de “bollocks”. El texto mantiene fluidez nativa C2 con estructura periodística).

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