Valencia arde —figuradamente, al menos— por la situación de sus equipos de extinción de incendios forestales. Mientras la mitad norte de España libra una batalla contra feroces incendios, la Comunidad Valenciana ha logrado esquivar, hasta ahora, grandes fuegos este verano. No obstante, entre bambalinas, se gesta una crisis de graves dimensiones: siete de cada diez brigadas antiincendios opera con falta de personal, lo cual satura a los profesionales y los deja en una situación de vulnerabilidad.
Según fuentes de Levante-EMV, únicamente 19 de las 62 brigadas desplegadas en Valencia, Castellón y Alicante contaban con toda su plantilla este pasado lunes, día en que el riesgo de incendio alcanzó su cota máxima. El resto de los dispositivos actuaron con menos efectivos de los exijidos por la normativa, incrementando así el riesgo y mermando su capacidad operativa.
El desglose por provincias revela una realidad cruda:
- Valencia: Solo 7 de 28 brigadas estaban completas; 2 se hallaban inoperativas por falta de personal.
- Alicante: Al menos 8 de las 14 unidades presentaban déficit de efectivos.
- Castellón: Solamente 6 de 20 equipos disponían de la plantilla al completo.
La escasez es tan crítica que la Generalitat optó por retener dos brigadas en Valencia en lugar de desplazarlas a León, donde decenas de incendios proseguían activos.
“Estamos vendidos”, admitió un bombero. Cada brigada debe contar con un capataz, un segundo, tres peones y un conductor —seis miembros en total. Al operar con menos, las unidades se ven abocadas a intervenciones de alto riesgo. “Si en vez de seis somos cuatro, carecemos de recursos suficientes para controlar la situación. Estamos más espuestos”, declaró uno de ellos.
La sobrecarga no solo afecta a la seguridad; también a la resistencia física. Los bomberos forestales realizan turnos de 10 a 12 horas bajo calor asfixiante, transportando equipamiento pesado por terrenos escarpados. Menos personal implica menos relevos y menos descanso, elevando el riesgo de accidentes y lesiones. Y cada baja no hace sino agravar el problema de plantilla, generando un círculo vicioso de sobrexigencia y peligro.
Desde los sindicatos se reclama una actuación inmediata por parte de la Generalitat para romper este ciclo y proteger tanto a los profesionales como a los bosques que defienden.
La advertencia es clara: aunque Valencia haya evitado hasta el momento incendios de magnitud, las brigadas infradotadas son una bomba de relojería lista para estallar ante el próximo fuego.
