En una entrevista con The New York Times que fue publicada el domingo, Erika Kirk, la viuda de Charlie Kirk, dijo que cuando llegó al hospital de Utah después de que le dispararan, le advirtieron que no viera el cuerpo de su esposo. Pero ella les dijo a los funcionarios: “Quiero ver lo que le hicieron a mi marido”.
“Sus ojos estaban semi-abiertos”, contó Kirk al periódico. “Y tenía esta media sonrisa sabia, como de Mona Lisa. Como si hubiera muerto feliz. Como si Jesús lo hubiera rescatado. La bala llegó, él cerró los ojos y estaba en el cielo”.
Ella dijo que no lo había besado antes de que él se fuera esa mañana, y entonces lo besó.
Erika Kirk le explicó al Times cómo se conocieron con Charlie y cómo era su relación.
“No digo que él fuera perfecto, para nada”, dijo. “Pero yo sabía cuáles eran mis expectativas y mi rol, y él también sabía el suyo. Yo no iba a ser la esposa regañona a la que no querría volver a casa. Yo quería crear un espacio sagrado de aterrizaje para él. Y creo que por eso él siempre tenía ganas de volver a casa”.
Erika Kirk también dijo que no quería ser quien decida si el presunto tirador recibe la pena de muerte.
“Seré honesta. Le dije a nuestro abogado, quiero que el gobierno decida esto. No quiero la sangre de ese hombre en mi cuenta. Porque cuando llegue al cielo, y Jesús me diga: ‘Eh, ¿ojo por ojo? ¿Así es como lo hacemos?’ ¿Y eso me impedirá estar en el cielo, junto a Charlie?”.