La turismofobia ha surgido como un fenómeno, una tendencia y una actitud que continúa moldeando el comportamiento en Palma. Pese a los esfuerzos de las autoridades locales y de los residentes para abordarla, el sentimiento sigue siendo visible en toda la ciudad, extendiéndose mucho más allá del casco antiguo. Muchos barrios experimentan estas tensiones debido al enorme número de establecimientos —ya sean regulados o informales, privados o gestionados por hoteles— que atienden a los miles de visitantes que llegan durante todo el año.
El asunto ha captado una atención significativa por parte de los residentes, poniendo de relieve una creciente sensación de fatiga incluso en los distritos periféricos de Palma. En estas zonas, la imagen de turistas arrastrando sus maletas se ha vuelto habitual, lo que señala una ciudad donde el turismo impregna la vida cotidiana. Esto es particularmente evidente en el barrio de Arxiduc, así como en las áreas colindantes cerca de las Avenidas, donde la actividad de alquiler vacacional lleva mucho tiempo siendo tema de debate. Otros focos de tensión incluyen lugares como la plaza de toros, que acoge una variedad de eventos que atraen a un gran número de visitantes.
Una expresión visible de este malestar es la aparición de pancartas en los balcones, a menudo con lemas como ‘SOS Residentes’. Estas muestras se han convertido en un elemento reconocible de la ciudad, simbolizando la frustración que sienten los locales ante las presiones que el turismo anual ejerce sobre sus comunidades.
Más allá de pancartas y carteles, otras formas de protesta reflejan el creciente comportamiento antisocial relacionado con el turismo en la ciudad. Las cajas de llaves utilizadas para las propiedades de alquiler vacacional —populares entre visitantes que buscan alojamiento más económico o no tradicional— han sido objetivo de pintadas y consignas como ‘Turistas a casa’. Estos actos envían un mensaje directo no solo a los propios visitantes, sino también a los propietarios y gestores de los inmuebles.
De este modo, la turismofobia en Palma es a la vez visible y persistente. Se manifiesta de múltiples formas, desde muestras públicas hasta actos de vandalismo, y sirve como recordatorio de la compleja relación entre los residentes y la pujante economía visitante de la ciudad. El fenómeno subraya el desafío de equilibrar el turismo con la vida cotidiana de aquellos que consideran Palma su hogar.