Brigitte Bardot, inmortalizada en Torremolinos.
Crédito: Fundación Brigitte Bardot X
Brigitte Bardot, la legendaria actriz y cantante francesa, además de ferviente defensora de los derechos animales, cuya sensual presencia en la pantalla redefinió la feminidad en el siglo XX, ha fallecido a los 91 años.
Su fundación confirmó la noticia hoy, domingo 28 de diciembre, marcando el fin de una era para el cine y el activismo. Bardot, a menudo celebrada como el epítome de la mujer liberada, murió en paz tras una breve enfermedad. Deja un legado que aunó glamour, rebeldía y compasión.
De París a Hollywood, hasta Torremolinos
Nacida Brigitte Anne-Marie Bardot el 28 de septiembre de 1934 en París, en el seno de una familia católica conservadora, se formó inicialmente como bailarina antes de ser descubierta como modelo. Tras aparecer en la portada de la revista Elle con solo 15 años, dio el salto a la interpretación en 1952 con papeles secundarios en filmes como Crazy for Love. Sin embargo, su verdadero éxito llegó en 1956 con Y Dios creó a la mujer, dirigida por su primer marido, Roger Vadim. La película, que mostraba su sensualidad sin inhibiciones, la catapultó a la fama internacional y le valió el apelativo de “sex kitten”. Durante más de dos décadas, Bardot protagonizó 47 películas, entre ellas clásicos como La verdad (1960), por la que ganó un premio David di Donatello, El desprecio (1963) junto a Michel Piccoli, y ¡Viva María! (1965) con Jeanne Moreau, que le valió una nominación al BAFTA. También grabó más de 60 canciones, colaborando con Serge Gainsbourg en éxitos como el clásico “Bonny and Clyde”. En 1957 visitó Torremolinos para rodar en exteriores, y su imagen forjó el mito de la localidad malagueña como el lugar de moda en los inicios del boom turístico de la Costa del Sol.
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Activista apasionada por los derechos animales
Tras retirarse del espectáculo en 1973 en la cúspide de su fama, Bardot volcó toda su pasión en la protección animal. Fundó la Brigitte Bardot Foundation en 1986, se convirtió en una vegetariana vocal y lideró campañas contra la caza de focas, las corridas de toros, la matanza de caballos y las granjas peleteras. Sus esfuerzos le valieron reconocimiento mundial, incluyendo el premio Global 500 de la ONU en 1992 y el Humanitarian Award de PETA en 2001. Su activismo la enfrentó a menudo con las autoridades; llegó a subastar sus joyas para financiar rescates y presionó a gobiernos de todo el mundo, desde Canadá hasta Rumanía, para proteger especies en peligro.
Una vida personal tumultuosa
Su vida personal fue tan tumultuosa como su imagen pública. Se casó cuatro veces –con Vadim (1952-1957), el actor Jacques Charrier (1959-1962, con quien tuvo a su único hijo, Nicolas), el playboy alemán Gunter Sachs (1966-1969) y el político Bernard d’Ormale (1992 hasta su fallecimiento)– y mantuvo romances y escándalos de gran repercusión. Su etapa final estuvo marcada por controversias, incluyendo multas por comentarios incendiarios sobre inmigración y religión, aunque su compromiso con la causa animal se mantuvo inquebrantable.
El influjo de Bardot perdura: popularizó el bikini, inspiró tendencias de moda como el escote “bardot” y se erigió en símbolo de la revolución sexual. Los homenajes han llovido hoy desde figuras como el presidente francés Emmanuel Macron, quien la calificó de “icono atemporal de la libertad”, hasta grupos animalistas que la ensalzan como pionera. Mientras el mundo la despide, su espíritu –indómito, sin tapujos y entregado– sobrevive en el corazón de sus admiradores y en los animales por los que luchó incansablemente.
