Última actualización: 25 de diciembre de 2025, 09:15 IST
En Bengala, el carisma religioso puede influir en conversaciones y narrativas, no en los resultados. El poder sigue en manos de quienes controlan las instituciones, la distribución de ayudas sociales y la aritmética electoral.
Personas cargan ladrillos ante el plan del exdiputado de TMC Humayun Kabir de colocar la primera piedra de una mezquita, basada en la Babri Masjid de Ayodhya. (PTI)
Cada ciclo electoral en Bengala Occidental produce un espejismo familiar: un clérigo musulmán convertido en político o un político convertido en predicador, un estallido de atención mediática, debates televisivos frenéticos sobre ‘musulmanes contra musulmanes’ y predicciones de un voto minoritario fraccionado que podría alterar el dominio del Congreso Trinamool.
Sin embargo, cuando se revelan los resultados, casi inevitablemente, el espejismo se desvanece. Peerzada Abbas Siddiqui y su partido Indian Secular Front (ISF) son los ejemplos más recientes. El mismo patrón se está repitiendo ahora con la movilización religiosa pero política del suspendido líder Humayun Kabir y la invocación de símbolos emotivos como la Babri Masjid. La razón es estructural, no sentimental.
El comportamiento político musulmán en Bengala ha estado driven tradicionalmente menos por el carisma religioso y más por una racionalidad electoral durante décadas. A pesar de las diferencias teológicas, sectarias y sociales internas entre los *Peers* (clérigos), reformistas y seguidores de santuarios, la comunidad históricamente ha votado con un objetivo singular: maximizar la seguridad política en un sistema de mayoría simple, donde la fragmentación equivale a invisibilidad.
Figuras carismáticas emergen durante las elecciones. Desde Taha Siddiqui hasta Abbas Siddiqui, desde Siddiqullah Chowdhury hasta Humayun Kabir, hay muchas fases de estas formaciones repentinas preelectorales en el estado. La narrativa siempre parecía sustancial y significativa: un líder religioso desafiando el ‘monopolio’ del Trinamool sobre los votos musulmanes, indicando una nueva asertividad, una renovación generacional.
No obstante, cuando se contaron los votos en las elecciones de 2021, la influencia del ISF permaneció geográficamente confinada a una circunscripción, con un efecto limitado. Su capacidad para transferir votos parecía débil y su habilidad para alterar resultados, marginal a nivel estatal. No fue un fracaso de liderazgo, sino de aritmética.
¿Qué nos dice este patrón?
Un análisis detallado de los resultados electorales pasados de Bengala y su patrón refleja que el electorado musulmán es muy consciente de la afirmación simbólica sin influencia real de gobierno. Y también saben que es un lujo que no pueden permitirse. El temor a dividir el voto, especialmente en contiendas donde el BJP es el principal retador, actúa como una fuerza disciplinaria poderosa. Por lo tanto, la consolidación no es lealtad ideológica al Congreso Trinamool, es un seguro táctico.
El mismo patrón se ensaya ahora con la movilización política de Humayun Kabir y la invocación de símbolos emotivos. Pero la resonancia emocional no se traduce automáticamente en rebelión a nivel de mesa electoral ni en su manejo y gestión. El simbolismo religioso moviliza sentimientos, pero las elecciones exigen maquinaria.
Los partidos locales basados en el clero luchan con tres déficits estructurales en el estado: la ausencia de una organización en todo el estado, la falta de aliados y caras no musulmanas creíbles, junto con un atractivo limitado más allá de la política de quejas. Los musulmanes de Bengala no son un bloque homogéneo esperando ser ‘despertados’; son votantes que entienden el costo del aventurerismo político.
Ocurren contiendas internas o disputas faccionales, como en Murshidabad, partes de Malda o zonas de Parganas Norte y Sur. Pero estos cambios rara vez sobreviven en el panorama general. Las últimas semanas de campaña suelen ver un retorno a la consolidación, guiado menos por líderes religiosos y más por cálculos locales: quién puede ganar aquí, quién puede detener a quién y quién seguirá en pie la mañana después de los resultados.
En Bengala, el carisma religioso puede dar forma a conversaciones y narrativas, no a los resultados. El poder permanece con quienes controlan las instituciones, la distribución de ayudas sociales y la aritmética electoral. Hasta que una formación liderada por musulmanes pueda ofrecer las tres cosas, los cultos vendrán y irán, pero el voto se mantendrá mayormente donde siempre ha estado.
Publicado por primera vez: 25 de diciembre de 2025, 09:15 IST
Noticias Política Desde Abbas Siddiqui hasta Humayun Kabir: por qué los cultos musulmanes en Bengala rara vez alteran las matemáticas electorales
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