Grigor Atanesian y Equipo de Investigación
BBC News Russian
t.me/kotovayanora
Una selfie tomada por Alexander Butiaguin a principios de este año en un sitio antiguo de Crimea.
Un arqueólogo ruso detenido en Polonia se encuentra en el centro de un intenso debate sobre el papel de los museos y los expertos, y la función que cumplen en la propaganda de guerra del Kremlin.
Alexander Butiaguin está arrestado en Varsovia, a la espera de que un tribunal polaco decida sobre una solicitud de extradición a Ucrania.
Hasta ahora, los tribunales europeos han sido reacios a extraditar rusos a Ucrania, citando el Convenio Europeo de Derechos Humanos.
El caso de Butiaguin ha dividido las opiniones.
Como investigador principal del Hermitage, el museo de arte más grande de Rusia en San Petersburgo, ha dirigido la expedición del museo en el sitio de Mirmekion en Crimea desde 1999, mucho antes de la anexión ilegal de la península sur de Ucrania por parte de Rusia en 2014.
Sus partidarios argumentan que su trabajo ha ayudado a preservar el patrimonio antiguo de Crimea, pero sus críticos dicen que no es mejor que un saqueador de la historia ucraniana que se aprovecha de la ocupación rusa.
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Sitio de Mirmekion en Crimea.
Mirmekion data del siglo VI a.C., cuando los antiguos griegos se establecieron en Crimea mientras la democracia nacía en Atenas.
La expedición de Butiaguin ha descubierto cientos de monedas antiguas en el lugar, algunas de la época de Alejandro Magno en el siglo IV a.C.
Su expedición continuó después de que Rusia se apoderó de Crimea, y las autoridades ucranianas abrieron un caso penal en su contra por trabajar allí sin autorización.
En noviembre de 2024, fue incluido en una lista de búsqueda, y en abril de 2025 un tribunal de Kiev ordenó su arresto in absentia. Butiaguin está acusado de excavaciones ilegales y "destrucción parcial ilegal" de un complejo arqueológico.
Según el Segundo Protocolo de la Convención de La Haya para la protección de bienes culturales en caso de conflicto armado, las autoridades ocupantes "deben prohibir y prevenir" cualquier excavación arqueológica, con solo unas pocas excepciones limitadas.
Tanto Polonia como Ucrania son partes de este protocolo, mientras que Rusia no lo es.
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El director del Hermitage, Mijaíl Piotrovski, ha respaldado a Vladímir Putin y la invasión de Ucrania.
Evelina Kravchenko, investigadora principal del Instituto de Arqueología de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, afirma que las excavaciones, por muy éticas que sean, equivalen a una destrucción si se realizan sin permiso y en condiciones de conflicto armado.
Butiaguin "violó la Convención de La Haya, y todos sus problemas provienen de eso", dice Kravchenko, cuyo comité emitía permisos para que arqueólogos rusos trabajasen en Crimea antes de su anexión.
Butiaguin declaró a medios rusos el año pasado que "simplemente estaba haciendo el trabajo al que hemos dedicado nuestras vidas", y que su objetivo principal era preservar los monumentos.
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Este sarcófago romano antiguo de Mirmekion ha estado en la colección del Hermitage desde 1851.
La oficina de prensa del Hermitage insistió en que el trabajo de Butiaguin cumplía con todas las normas legales y éticas internacionales "independientemente de las circunstancias geopolíticas".
Un arqueólogo principal del museo dijo a la BBC que Butiaguin había seguido el único camino disponible para los arqueólogos rusos que trabajan en Crimea.
"Un arqueólogo ruso, si quiere continuar su investigación, no tiene oportunidad de obtener permisos del lado ucraniano, sino que debe obtenerlos del Ministerio de Cultura de la Federación Rusa", dijo el académico, que habló bajo condición de anonimato.
Varias fuentes ucranianas también han acusado a Butiaguin de "saquear" objetos al llevarlos a Rusia, aunque estos cargos no forman parte del caso de Ucrania.
Tanto el arqueólogo como el Hermitage insisten en que todos sus hallazgos permanecen en Crimea, ya que son transferidos al Museo de Crimea Oriental en Kerch. Argumentan que los objetos solo pueden trasladarse a Rusia temporalmente para restauración o como préstamos para exposiciones.
Sin embargo, esto también viola la ley ucraniana, ya que todos los descubrimientos deben ingresar al fondo museístico de Ucrania. Bajo los términos de la anexión ilegal rusa, la colección del Museo de Crimea Oriental pasó a formar parte del fondo museístico de Rusia.
Desde el inicio de la guerra, varios tribunales europeos han rechazado solicitudes de extradición de Ucrania contra rusos, citando riesgos potenciales según el Convenio Europeo, que prohíbe la persecución por motivos políticos, violaciones del derecho a un juicio justo y la tortura o trato inhumano a detenidos.
Gleb Bogush, investigador del Instituto de Derecho Internacional de la Paz y la Seguridad de la Universidad de Colonia, dice que incluso si el tribunal polando que decide el caso de Butiaguin encuentra motivos suficientes para extraditarlo, podría no proceder.
En junio pasado, la Corte Suprema de Dinamarca dictaminó en contra de extraditar a Ucrania a un ciudadano ruso sospechoso de espiar para Moscú.
Gleb Bogush afirma que es principalmente el Estado ruso y sus funcionarios los responsables de las excavaciones en Crimea, y no Butiaguin, porque no correspondía a los arqueólogos decidir si la expedición del Hermitage debía continuar.
Un empleado de alto rango del Hermitage dijo a la BBC que "un arqueólogo de campo no puede ser ciudadano del mundo; trata con funcionarios, obtiene permisos y tiene que buscar financiación y voluntarios".
Butiaguin ha atraído apoyo no solo del Kremlin, sino también de rusos que se oponen a Putin y a la guerra.
"Las acusaciones que se le hacen son absurdas", dijo Arseni Vesnin, un periodista e historiador exiliado. Afirmó que Butiaguin había asegurado la conservación del sitio que excavaba.
Otros mantienen que los artefactos habrían sido saqueados por delincuentes y vendidos en el mercado negro si los arqueólogos rusos se hubieran negado a trabajar en Crimea.
Eso no justifica sus acciones, dice Samuel Andrew Hardy, un destacado criminólogo británico especializado en la protección de bienes culturales en zonas de conflicto.
Argumenta que las excavaciones oficiales no siempre impiden que se produzcan excavaciones criminales. Algunos saqueadores apuntan a sitios que ya han sido excavados.
Hardy dice que todo lo que hacen los partidarios de Butiaguin es argumentar que, en última instancia, se debería permitir a Rusia seguir haciendo lo que quiera, independientemente de la guerra.
