El nuevo plan de acorazados del presidente estadounidense Donald Trump, aparentemente dirigido a disuadir a China, enfrenta enormes obstáculos de implementación y podría provocar que Beijing redoble sus armas antibuque, según analistas.
Trump presentó una nueva clase de acorazados navales el lunes. Según el líder estadounidense, estos barcos de "clase Trump" serán más grandes, rápidos y "cien veces más potentes" que cualquiera construido anteriormente. Formarán la pieza central de lo que él llamó una "Flota Dorada" ampliada, destinada a consolidar el dominio naval de EE.UU.
En un anuncio desde su propiedad Mar-a-Lago, Trump declaró que la nueva clase de buques "inspirará miedo en los enemigos de Estados Unidos en todo el mundo", aunque no nombró a ningún país específico.
Shi Yinhong, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Renmin, dijo que el plan de acorazados está "completamente dirigido" contra China. Si se realiza, afirmó Shi, fortalecería las ya avanzadas capacidades navales de Estados Unidos y aumentaría significativamente su control sobre los océanos.
Liselotte Odgaard, investigadora principal del Hudson Institute en Washington, dijo que el nuevo acorazado representa una "señalización estratégica a largo plazo y política de base industrial".
"Si se financia y construye, añadiría un buque insignia futuro con opciones hipersónicas y de crucero nuclear, pero a corto plazo, la disuasión en el Indo-Pacífico aún depende de redes de combate distribuidas, de negación litoral y de la preparación de submarinos y portaviones," dijo Odgaard.
