En los Países Bajos no existe un alegre anciano procedente del Polo Norte con sus renos voladores; en su lugar, está Sinterklaas, que llega desde España montado en un caballo blanco llamado Amerigo.
Podría pensarse que es de dominio público que Santa Claus habita en el Polo Norte y reparte sus regalos en una sola noche con la ayuda de un trineo y mágicos renos voladores.
No obstante, en los Países Bajos la historia es bien distinta. Los niños allí creen en Sinterklaas, en lugar de en Santa Claus, quien llega desde España en barco para traer presentes a los niños neerlandeses.
Resulta una imagen muy diferente a la de acogedores talleres de juguetes en la nieve y a Santa sentado frente a una chimenea crepitante. En la versión neerlandesa, Sinterklaas reside plácidamente en la soleada Alicante, o en Madrid según algunos, y navega por el mar abierto.
Según la leyenda, Sinterklaas llega en barco desde España aproximadamente dos semanas antes del 5 de diciembre. Su llegada se celebra típicamente en numerosas ciudades con grandes desfiles, similares a las cabalgatas de los Reyes Magos del 5 de enero en España.
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Se dice que por la noche cabalga sobre los tejados neerlandeses en su corcel blanco, dejando regalos a los niños que han colocado sus zapatos en espera. Luego, en la noche del 5 de diciembre, trae sacos llenos de presentes para toda la familia.
Sinterklaas se basa en la figura histórica de San Nicolás (270–343), un obispo griego de Mira. Foto: Remko de Waal/AFP
Pero, ¿por qué creen los neerlandeses que procede de España?
Existen diversas teorías sobre el San Nicolás original. Algunos historiadores sostienen que fue obispo de Mira, en Asia Menor, la actual Turquía, durante la primera mitad del siglo IV.
Se cuenta que falleció el 6 de diciembre y que sus restos se conservaron allí, pero que posteriormente, en 1087, su cuerpo fue robado por marineros italianos y trasladado a Bari, en Italia.
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Allí, su popularidad creció aún más, y peregrinos de todo el mundo viajaban para rendirle homenaje, comenzando a ser conocido como el Obispo de Bari. Hoy día, su tumba aún puede visitarse en la Basílica de San Nicola en Bari.
En aquella época, esta zona del sur de Italia pertenecía a los Habsburgo españoles y luego al Reino español de Nápoles, razón por la cual se cree que la leyenda neerlandesa lo asocia con España.
Otra teoría sugiere que fueron marineros españoles que llegaban a los Países Bajos quienes difundieron la leyenda de San Nicolás, preparando así el terreno para las celebraciones del 5 de diciembre.
Durante la Baja Edad Media, se comenzó a celebrar a San Nicolás en el aniversario de su muerte, convirtiéndose en el patrón de los niños. En algún momento de este período, las celebraciones también se trasladaron a la noche del 5 de diciembre en lugar del día 6.
Obra y poema del siglo XVIII que alude a los viajes de San Nicolás entre “Ámsterdam y España”. Imagen: Alexander Anderson (1775-1870), verso de John Pintard (1759-1844), New York Historical Society/Wikipedia
Evolución de la leyenda
Tras la Reforma Protestante (1517-1600), muchos países europeos dejaron de celebrar a San Nicolás y lo olvidaron por completo, pero no así en los Países Bajos. Los colonos neerlandeses llevaron la tradición consigo al emigrar a América en el siglo XVII, donde pasó a conocerse como Santa Claus en lugar de Sinterklaas.
Con el paso de los años, esta figura se fusionó de algún modo con las leyendas escandinavas del dios nórdico Odín, de larga barba blanca, que volaba por la noche en un caballo mágico cada diciembre durante el solsticio de invierno, dando así origen a las historias contemporáneas de Santa Claus o Papá Noel.
Pero para los neerlandeses, Sinterklaas no tiene nada que ver con Santa Claus y sigue siendo un obispo llegado desde España en barco, que trae regalos el 5 de diciembre.