Vaya comienzo de año para los fans acérrimos de Raf Simons. Pero que no se emocionen demasiado: no hay anuncios de regreso ni nuevas siluetas, solo un buen archivo clásico en Tokio. Lo que quizás sea más satisfactorio, porque si hay algo que la moda ama más que “lo próximo”, es fingir que siempre extraña el pasado.
Ha pasado un tiempo desde que la marca nos recordó que seguía viva (SS23, para los que cuentan). Raf Simons dijo que pausó todo por tiempo privado, y la verdad, no se le puede culpar. Naturalmente, envió décadas de trabajo al Dover Street Market de Ginza y lo llamó un día, perdón, un archivo. Y es lo bueno: chaquetas de Riot! Riot! Riot!, artefactos icónicos de pasarela, lookbooks originales, hasta cintas VHS de los primeros desfiles. Tenía que ser Tokio. Una ciudad que lee los archivos como el resto del mundo lee las tendencias. No hablamos de nostalgia, sino más bien de un punto de referencia alimentado literalmente por los coleccionistas más respetados de la industria. Y sí, ese público sigue prestando mucha atención.
Todos se quedan preguntándose: ¿es realmente el fin definitivo de una era o solo un guiño a algo nuevo? Yo diría que ninguna de las dos. Simplemente archivos colocados exactamente donde deberían estar, una forma inteligente de existir en el sistema mientras los demás giran en ciclos infinitos. Aun así, de algún modo eso pierde el punto por completo. Sea lo que sea esto, está confirmando la influencia de Simons, consolidando su legado y lanzando un guiño a una industria adicta a la velocidad y el espectáculo.
Llámalo cierre, llámalo nota al pie, o llámalo por lo que realmente es: un recordatorio de que no todo nombre necesita comunicados de prensa para ser recordado. Algunos originales simplemente son mejores que cualquier reinvención, igual que algunos caminos es mejor dejarlos ya recorridos, sobre todo en un lugar obsesionado con la velocidad y el olor a novedad.