En las comedias románticas y las películas de Navidad, un poco de miseria puede ser muy efectiva. Nadie comprendió mejor este equilibrio que Billy Wilder, cuyas películas abarcaron desde el cinismo absoluto (*Ace in the Hole*) hasta la farsa con cambio de género (*Some Like it Hot*). Su filme de 1960, *El Apartamento*, encuentra un punto medio.
Al igual que otro clásico navideño, *Carol*, la película se inspira en *Breve Encuentro* de David Lean, que muestra un amorío extramatrimonial brevemente consumado en la cama del apartamento de un amigo. En una vieja entrevista, Wilder dice que le intrigaba un personaje “que vuelve a casa y se mete en la cama caliente que los amantes acaban de dejar”. Así nació el héroe de *El Apartamento*, C.C. “Bud” Baxter.
Baxter, interpretado por Jack Lemmon, es un empleado de seguros que escala posiciones en la empresa alquilando su dormitorio a un grupo rotatorio de gerentes. La idea no dista mucho de un Airbnb, aunque Baxter sufre la humillación adicional de facilitar las conquistas sexuales de sus jefes. En una triste ocasión, una solicitud de último minuto lo deja varado en Central Park en una noche de invierno.
Wilder no concibió necesariamente la película como una comedia (a veces, la fotografía de Joseph LaShelle se acerca más al *noir*), pero en sus propias palabras: “Cuando se ríen, no discuto”. El ingenioso guion y el diálogo rápido de Wilder y su coescritor I.A.L. Diamond evitan que la historia caiga en lo deprimente. Además, Lemmon es enormemente simpático, canalizando la energía nerviosa de Baxter en un espectáculo de gestos físicos. Cada revelación dramática se compensa con un chiste igualmente inolvidable.
Cuando Baxter desarrolla un inocente enamoramiento por Fran Kubelik, la ascensorista interpretada por Shirley MacLaine, sin saberlo entra en competencia con Jeff Sheldrake, el director de personal. Kubelik había cortado con Sheldrake después de un romance veraniego, pero él la atrae de nuevo mintiéndole y prometiéndole dejar a su familia por ella. Ese mismo día, le ofrece a Baxter un ascenso a cambio del uso exclusivo de su apartamento.
Sheldrake es un terrorista emocional infiel, pero Bud descubre los límites de su fachada de “buen tipo” cuando encuentra a Kubelik desmayada en su apartamento en Nochebuena.
Mientras Baxter y Kubelik finalmente se conocen, Wilder explora la auto-desprecio en el centro de cada personaje. Kubelik lucha por creer que merece algo más que un affair con un hombre que la deja con un billete de 100 dólares antes de volver con su familia. A Baxter le falta el valor para defenderse y arriesga adormecerse ante la corrupción espiritual en la que está inmerso.
Al hacerse la película en la época final del Código Hays, MacLaine representa una sexualidad femenina más franca y menos inhibida de lo que se solía mostrar. Es una interpretación dulce y poco convencional que ha influido en muchas *manic pixie dream girls*. Su alegre carrera por las calles de Nueva York en Año Nuevo se ha convertido en el modelo clásico de la carrera romántica hacia el destino.
En el amor y los negocios, la ética es siempre opcional; como reflexiona Kubelik, “algunos toman, a otros los toman”. Después de seis décadas, su depiction de la atomización y alienación no ha envejecido. Los amoríos imprudentes en el trabajo persisten, las formas de auto-comodificación se han multiplicado, y las compañías de seguros siguen siendo profundamente malvadas.
Para cualquiera que se sienta solo en Navidad, o en cualquier otro día del año, hay pocas películas más reconfortantes que *El Apartamento*.
*El Apartamento* está disponible en streaming en MGM+ en Australia y el Reino Unido, y en Fubo en Estados Unidos. También se puede alquilar a nivel global.