Con su talento para el pop pulcro, el íntegro y apasionado Chris Rea nunca escogió el camino fácil

Para un artista conocido por una serie de éxitos comerciales de rock para adultos, como *Josephine*, *On the Beach*, *The Road to Hell* o el clásico navideño *Driving Home for Christmas*, la carrera de Chris Rea fue un asunto más complicado de lo que se podría esperar.

Tenía algo de un refusenik espléndidamente gruñón. Su primer single, *Fool (If You Think It’s Over)*, fue un éxito trasatlántico que le valió una nominación al Grammy, pero Rea declaró que “aborrecía” la canción. Se resentía de las expectativas de su discográfica: su álbum debut de 1978, *Whatever Happened to Benny Santini?*, obtuvo su título después de que la discográfica le sugiriera adoptar un nombre artístico.

Cuando *The Road to Hell* (1989) tuvo éxito, su discográfica estadounidense pensó que podría ser una gran estrella si hacía giras o aparecía en MTV Unplugged; Rea se negó. No tenía mucho tiempo para sus colegas estrellas de rock, afirmando que la única que no le había decepcionado era David Gilmour de Pink Floyd.

Finalmente, una enfermedad grave lo llevó a reevaluar su carrera y perseguir su verdadera pasión: el blues. Cuando su discográfica rechazó su álbum del 2002 *Dancing Down the Stony Road* y le sugirió un álbum de dúos con famosos, él rescindió su contrato, creó su propio sello y se dedicó a hacer la música que quería.

A partir de entonces, podía ser desdeñoso con la música que lo hizo famoso, lo cual no parecía del todo justo. Rea tenía un don genuino para el AOR comercial. Si buscas un tema melódico de soft rock, bien podría ser uno tan bien hecho como *Fool*. Aunque a veces se notaba su incomodidad con lo comercial, también lanzaba sorpresas a sus oyentes.

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Concluyó su gran éxito comercial británico, *Shamrock Diaries* (1985), con *Hired Gun*, una canción de ocho minutos y tono amenazante, nada parecida a los singles exitosos del álbum.

Por eso fue un shock cuando Rea lanzó *Dancing Down the Stony Road*: su visión del blues era cruda, intensa y poco preocupada por el brillo comercial. Se podía escuchar el roce de los dedos en el mástil de su guitarra. La reacción crítica inicial pensó que era un proyecto puntual, pero no fue así. Los siguientes álbumes mezclaron jazz y blues. Si alguien dudaba de su compromiso, *Blue Guitars* (2005) era una caja de 11 CDs y 137 canciones.

Fue un giro radical que desconcertó a muchos de sus antiguos fans: los álbumes de platino y las giras en arenas pasaron a la historia. Pero se tenía la impresión de que Rea lo prefería así. “La fama me resultaba muy molesta”, se encogió de hombros una vez. “Todo lo relacionado con la celebridad, no lo entiendo.”

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