¿Cuál es el verdadero destino de Ofelia, la heroína de Shakespeare que cae en una profunda pena tras la muerte de su amante Hamlet? Ella se ahoga. Como la captó el pintor John Everett Millais en 1851-1852, está rodeada de una vegetación frondosa y flores llenas de color. Pero mientras su palidez lechosa y mortal sugiere el fallecimiento, sus manos y boca abiertas insinuan una esperanza: que en la muerte se reunirá con un amor que resultó tan desastroso.
“Me estoy ahogando”, canta Andrea Thuesen en ‘Water In A Pond’, cerca del final del fenomental debut de Snuggle, Goodbyehouse. “Agua en un estanque, se siente como un océano”. Como Ofelia, Thuesen se siente asfixiada por recuerdos dulces: días interminables de verano, el optimismo claro de la juventud. El vals soñador de la canción trata en realidad de la lenta muerte de la infancia.
Las circunstancias que llevaron a Thuesen y a su compañero musical Vilhem Strange a unirse para crear ‘Water in a Pond’ y su álbum acompañante Goodbyehouse son apropiadamente sombrías. “Estábamos un poco perdidos cuando comenzamos a tocar música juntos”, dice Strange por Zoom, hablando lento como si caminara sobre nieve. “Yo tocaba en la banda danesa Liss. Y tenía una relación muy cercana con el cantante (Søren Holm). Estábamos siempre en el estudio, haciendo música juntos durante muchos años. Pero luego él murió (en 2021, a los 25 años)”, hace una pausa, “y había mucha música que nunca salió”.
De esta tragedia y potencial incumplido, encontró otro espíritu afín. “Encontré el mismo tipo de conexión compositiva con Andrea”. Hoy el dúo termina las frases del otro y tiene el tipo de reverencia mutua que surge de saber que su química creativa es rara. “Podemos experimentar musicalmente porque este es un espacio seguro para nosotros”, explica Strange.
Mientras su compañera de banda lloraba el lento desmoronamiento de su antiguo grupo, Thuesen lidiava con el cierre repentino de una cafetería con la que tenía una profunda conexión. “Era como un segundo hogar”, explica, “y cuando cerró fue como despedirse de la casa de la infancia. Estaba muy afectada”. Esto y el hecho de que la casa de la infancia de Strange se vendía, llevó al nombre compuesto del álbum: Goodbyehouse. “El título encapsula muchos de estos sentimientos de dejar el hogar, estar emocionado por lo nuevo pero tambien sentir la melancolía y la tristeza”.
El ascenso de la banda se ha contado como parte de la elegante escena musical de Copenhague, junto a artistas como Smerz, Elias Rønnenfelt y Erika de Casier. Pero la realidad es menos colegiada y romántica. “No es parte de un gran movimiento fuera de Copenhague, como Laurel Canyon o algo así”, aclara Thuesen. “Hay que darse cuenta de que Copenhague es una ciudad muy pequeña, así que es imposible hacer música aquí sin conocerse de alguna manera. Los que conocemos son como colegas cercanos. Pero no somos realmente parte de eso. Somos como los forasteros”.
Forasteros también en su círculo íntimo: ‘Water in a Pond’ encuentra a su protagonista recordando los momentos despreocupados antes de que la adultez la arrastrara. “Escribí la letra en un momento en que muchos de mis amigos más cercanos comenzaban a comprar apartamentos con sus parejas y a hablar de tener hijos”, dice Thuesen. La lírica nostálgica de la canción (‘Los días pasan / Lo que parecía durar una vida / Pasó en un abrir y cerrar de ojos / Crecer es un fastidio’) pincha el globo rojo de su infancia. “Sentí que el suelo bajo mis pies se desmoronaba. Soy una persona muy nostálgica y no soy muy buena con los cambios. Cuando las cosas cambian me pongo muy ansiosa”.
Pero si la vida te da limones con sabor a crisis del cuarto de vida, ¿qué hacer sino limonada? El dúo replicó la complejidad de estas emociones con una paleta sonora donde el futurismo se encuentra con un paseo de fantasmas por el pasado, la orquestación bacharachiana se fusiona con voces modificadas; los zumbidos shoegaze se topan con el trémolo del Lejano Oeste y sonidos de balada asesina. La voz lastimera de Thuesen es igual de cambiante: a veces coqueta, llena de hastío o de una sensualidad afectada y performática.
Los métodos únicos de trabajo de cortar y pegar de Snuggle hicieron que la producción analógico-digital le diera a Goodbyehouse un sonido fresco. “Muchas de estas canciones están escritas de forma muy tradicional, como canciones folk, y luego las llevamos al estudio”, explica Strange. “Tenemos dos guitarras e improvisamos mucho, largos bloques de improvisación. Luego yo recorto algunos fragmentos”. Hacía la misma técnica de *Jaws* con la batería, grabada en vivo, y luego unía las tomas preferidas. “Hay algunos errores, lo que lo hace más analógico que digital”.
Strange dice que le cuesta parar de crear en el estudio incluso cerca de la fecha límite. “Somos muy buenos cambiando cosas hasta el final”, comenta. “Como el día antes de tener que subirlo, digo: ‘¿Por qué no invertimos el sonido de la batería?’. Es un poco extremo, pero así trabajamos”. Un ejemplo es ‘Driving Me Crazy’, que ganó voces tipo ardilla en la mezcla final. “Recuerdo escucharlo y pensé: ‘¿Qué?’. Pero ahora me encanta, porque así hacemos música”, dice Thuesen, “Mitad muy serios, mitad nada serios”. También hay una juguetona falta de seriedad en la conexión del dúo: en un momento de la discusión sobre la naturaleza introspectiva de componer, Strange le pregunta a Thuesen “¿te metiste en mi cabeza?”, a lo que ella responde al instante: “¡Estoy dentro de tu cabeza, cariño!”.
La mezcla de experimentación musical y melancolía llegó a Hayley Williams, quien mencionó a Goodbyehouse y seleccionó personalmente a la banda para que la acompañaran en su primera gira solista. “Nos escribió una carta, fue muy amable”, dice Strange. “Me hace muy feliz y esperanzada que una artista tan grande como ella aún esté interesada en investigar nueva música”, afirma Thuesen.
Antes de reiniciar una gira que incluye esas fechas con Williams, la banda está en casa, reflexionando sobre su año de despegue. “Aparte de un concierto, nunca habíamos tocado fuera de Dinamarca”, dice Strange, “y me sorprendió cuánta gente apareció”. Suena genuinamente conmovido al recordar la admiración de un fan en Edimburgo que escuchaba Goodbyehouse en bucle mientras programaba un juego para Rockstar. El dúo ya ha comenzado a trabajar en nueva música. “El público recibe energía del escenario y tú recibes energía en el escenario del público. Estamos canalizando parte de esa energía para escribir cosas nuevas”, dice Strange. La nueva música es “más cruda” y suena más experimental que Goodbyehouse. “Es de doble filo porque quieres hacer música para la gente que le gusta, pero también establece una nueva expectativa y no quieres decepcionar a nadie”, reflexiona Strange. “Para nosotros es muy importante seguir teniendo esta forma inocente de hacer música”. Parece que no han perdido nada de eso aún.
