Cuando los mercadillos navideños de Palma dan vida a la tradición mallorquina. Crédito: Michael Sander / Creative Commons
Cuando Palma enciende sus luminarias a finales de noviembre, la ciudad experimenta una transformación completa. Las calles brillan con decoraciones festivas, las familias abarrotan el centro, y el murmullo de las conversaciones se funde con el aroma del azúcar tostado y los dulces calientes. En el corazón de todo esto, la Plaza Mayor se convierte en un pequeño universo propio, donde los puestos de madera albergan artesanías que han resistido el paso del tiempo.
Hasta el 7 de enero, los mercados navideños se apoderan de algunos de los lugares más emblemáticos de la capital balear, ofreciendo un escaparate para la artesanía local. Entre siurells, pastorets y belenes tradicionales, tres mujeres destacan por cómo sus vidas y su trabajo se entrelazan con la identidad cultural de la isla: Maria Amengual, Carme García y Antònia Campaner. Desde sus puestos, mantienen vivas tradiciones centenarias, y todas coinciden en que la edición de este año ha atraído a más visitantes y un interés creciente por las piezas artesanales moldeadas por horas de dedicación y creatividad.
Maria Amengual y el lenguaje silencioso del siurell
En un lateral de la Plaza Mayor, un puesto exhibe decenas de figuras blancas de arcilla decoradas con pinceladas verdes y rojas. Son los siurells, figuras tradicionales mallorquinas de barro con forma de personas o animales, cada una con un pequeño silbato incorporado. Detrás del mostrador está Maria Amengual, artesana de Sa Cabaneta en Marratxí y cuarta generación de una familia de ceramistas.
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“El siurell es parte de quien soy,” explica con calma mientras termina una figura. “No los hago porque estén de moda o porque sea Navidad. Lo hago porque son parte de nuestra tradición, de lo que somos.” Su taller, Can Bernadinau, está abierto todo el año, pero durante el mercadillo navideño su trabajo pasa del moldeado al acabado, la pintura y compartir las historias detrás de cada pieza.
De juguete infantil a símbolo cultural
Originalmente, el siurell tenía un uso práctico, especialmente para los niños, que jugaban con el silbato durante las fiestas. Hoy, Maria dice, se ha convertido en un símbolo cultural y un souvenir apreciado. “Ese cambio también es importante,” añade. “Muestra cómo las tradiciones evolucionan sin desaparecer.”
Los visitantes de su puesto a menudo se detienen no solo para comprar, sino para escuchar. En un mundo acelerado, el ritmo lento de la arcilla artesanal parece invitar a la gente a hacer una pausa, aunque sea breve, y reconectar con algo profundamente local.
Carme García y una vida dedicada a los belenes
Si el trabajo de María refleja calma y silencio, el puesto de Carme García rebosa color y movimiento. Desde Alcúdia, Carme lleva 34 años haciendo pastorets y figuras belenísticas, y 33 años acudiendo al mercado navideño de la Plaza Mayor. Su stand estalla con pastores, animales y escenas completas del Nacimiento.
“Empecé casi por casualidad,” recuerda con una sonrisa. Autodidacta y impulsada por la perseverancia, Carme convirtió un premio en un concurso de juventud en una vocación de por vida. Trabaja largas horas, especialmente entre octubre y enero, modelando, secando y pintando cada figura a mano.
