Un año turbulento para la compleja relación Estados Unidos-China. En la cuarta parte de una serie que mira hacia atrás a los eventos del 2025, examinamos los impactos de la política exterior de Trump en la geopolítica global.
Al concluir el primer año de la administración del presidente estadounidense Donald Trump, se espera que el desvergonzado disruptor siga aplicando una "bola de demolición" a la arquitectura de seguridad nacional de larga data de EE.UU., amenazando la estabilidad global y sacudiendo a aliados tradicionales, siendo China una beneficiaria principal, según analistas y exfuncionarios.
Pero incluso mientras Trump se esfuerza por doblar las normas globales a su voluntad, también actúa, aunque de manera toscas, sobre una realidad a menudo no reconocida, agregan: los socios más cercanos de América no siempre han cargado con su propio peso y Washington ya no puede permitirse hacerlo todo.
“El hecho de que los aliados gasten más en su propia defensa es positivo, pero hay que reconocer que el costo es que muchos amigos tienen menos confianza en que EE.UU. sea un buen socio”, dijo Zack Cooper, del American Enterprise Institute. “Nos dejará cada vez más aislados, y muchos en el gobierno de Trump parecen creer que es un precio que vale la pena pagar para evitar enredarse”.
Se espera que Trump siga enfocándose más en asuntos exteriores, para consternación de algunos de sus seguidores aislacionistas del "America First", donde se ve menos obstaculizado por la oposición política o los desafíos legales que enfrenta internamente, mientras actúa según su imperiosa visión.
“Ha sido un año de montaña rusa”, dijo Mireya Solis, directora de política asiática del Brookings Institution.
El presidente Donald Trump habla con el líder chino Xi Jinping tras su encuentro en Busan, Corea del Sur, en octubre. Foto: Reuters