¿Eurovisión político? Nunca, simplemente arrástralo.

A medida que un creciente número de países sopesa la idea de retirarse del Festival de Eurovisión ahora que Israel ha obtenido luz verde para participar —según encuestas, un setenta por ciento de los británicos opina que el Reino Unido debería boicotear el evento debido a la presencia israelí—, considero que es momento de poner fin a este bochornoso espectáculo.

En los últimos días, he escuchado tantas sandeces de supuestos expertos, incluido un joven australiano con un máster en Eurovisión, afirmando que el concurso se ha politizado, cuando en realidad siempre lo ha estado. Basta con preguntar a Sir Cliff Richard, como hice en una ocasión cuando él visitaba Mallorca. Tomemos el caso de España. La victoria de 1968 (Massiel) fue la primera del país con «La, La, La».

Sucedió en un contexto de tensión política, y existieron alegatos de que el régimen influyó en el resultado, incluso se dijo que impidió que Cliff Richard ganara por el Reino Unido. Además, la asociación con la era de Franco generó debates prolongados, especialmente en Cataluña, particularmente después de que el primer candidato elegido, el cantante Joan Manuel Serrat, fuera obligado a retirarse de representar a España en Eurovisión 1968 por negarse a cantar en español —él deseaba hacerlo en catalán, por ser de Barcelona.

Austria procedió a boicotear el festival de 1969 en protesta por la dictadura española, mostrando las divisiones políticas que el evento ha destacado desde hace décadas. Aquello fue en el pasado y esto es el presente, pero poco ha cambiado en esencia. Así que, por favor, librennos de una vez de este suplicio.

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