En las sombras nevadas de una navidad que salió terriblemente mal, Silent Night, Deadly Night revive el infame clásico de terror de 1984 con un giro fresco y rojo como la sangre. Dirigida y escrita por Mike P. Nelson, esta nueva versión dura unos 95 minutos y se aleja del impacto crudo del original. En su lugar, mezcla el terror psicológico con una violencia exagerada y un tanto teatral.
La historia comienza como la pesadilla de un niño—viendo como sus padres son asesinados por un Santa Claus armado con una escopeta—pero mientras Billy crece, se transforma en una retorcida historia de justiciero navideño. El traje rojo de Santa se convierte tanto en su escudo como en su trampa. La primera parte de la película hace un gran trabajo construyendo tensión al mostrar una vida normal y cotidiana. Vemos a Billy intentando encontrar paz mientras trabaja en un empleo sin futuro en una tienda. Hay una calidez genuina aquí, especialemente en el frágil romance de Billy con una amable compañera de trabajo, que se siente como un raro momento de esperanza en medio del caos. La película invierte en las luchas internas de Billy, haciendo que su caída en la violencia se sienta muy humana—como un fantasma de las navidades pasadas que lo persigue.
Pero seamos claros: en el fondo, esto sigue siendo una película de slasher. Y Silent Night, Deadly Night ofrece montones de escenas sangrientas, con hachas girando y cuerpos cayendo con temática navideña roja. Las muertes no son innovadoras—se vuelven repetitivas después de un rato—pero son lo suficientemente espantosas para satisfacer a los fans del terror que gustan del gore. Donde la película realmente brilla es en su tono lúdico y teatral. Convierte a Santa en una hilarante parodia de la hipocresía navideña. La "gracia satánica" de Billy, como la llamó un crítico, se muestra en monólogos salvajes que pasan de susurros inquietantes a divertidas arengas llenas de groserías. La voz en su cabeza no es solo un truco—es un narrador caótico que lo anima, burlándose de problemas sociales como invitados a fiestas creídos y personas intolerantes con un sentido del humor agudo, aunque poco sutil. Esta versión no tiene miedo de llevar los límites transgresores del original más allá, haciendo que cada asesinato se sienta como un retorcido acto de justicia.
Comparar este remake con el clásico de 1984 es inevitable. Aunque la versión de Nelson no es tan salvaje o atrevida como la original, lo compensa con una sátira afilada y un villano más compasivo. Se aleja de la pura explotación y explora temas como la enfermedad mental y la venganza de maneras que se sienten muy actuales, todo mientras se burla de las tradiciones navideñas. No es una película perfecta, pero definitivamente se talla su propio espacio único y sangriento.
Al final, Silent Night, Deadly Night es un placer culposo—parte conmovedor, parte aterrador, y totalmente entretenido. No va a ganar premios por innovación, pero si buscas una película de terror navideña con agallas, corazón y un poco de humor negro, es un gran regalo.
En cines desde el 11 de diciembre.
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