‘It Girl’ de Marisa Meltzer: Cómo Jane Birkin se convirtió en un icono

En 1983, al embarcar en un avión, Jane Birkin se encontró luchando con su típica cesta de paja, donde solía meter de todo, desde guiones de teatro hasta pañales. Al intentar ponerla en el compartimento superior, la cesta se volcó, esparciendo su contenido sobre el pasajero de al lado. Este resultó ser el director ejecutivo de Hermès, quien de inmediato le ofreció crearle un bolso con bolsillos internos y un cierre seguro. Birkin dibujó lo que quería en una bolsa para el mareo y así nació el “Birkin”: un trapecio informal en el mejor cuero, con su propio candado. Hoy, un bolso Birkin comienza en unas 10,000 libras, mientras que el original, hecho para ella, fue subastado este verano por 7.4 millones.

Es una historia que se repite sin fin, porque resume perfectamente los puntos clave de la vida de Jane Birkin. Primero, su despreocupación; la actriz y cantante anglo-francesa nunca pareció perseguir nada, las cosas simplemente llegaban a ella. Luego, su falta de vergüenza al volcar toda su vida (pañales incluidos) en el regazo de un extraño. Finalmente, su rechazo a sentirse abrumada por su suerte. Birkin, como es sabido, no trataba su bolso Hermès con especial reverencia, decorándolo con entusiasmo con colgantes, cuentas, pegatinas y cintas. La moda de personalizar el bolso con baratijas fue ubícua este verano, parte de un resurgir más amplio de su estética, que incluía jeans acampanados, blusas de gasa campesinas y bailarinas. Era imposible evitarlo.

Todo esto para decir que la biografía de Birkin escrita por Marisa Meltzer no aporta realmente nada nuevo. Meltzer, una periodista que antes escribió sobre la fundadora de Weight Watchers y la empresa de cosméticos Glossier, no logró que ningún amigo o familiar de Birkin hablara. (Habla mucho del cariño y lealtad que inspiraba que, dos años después de su muerte a los 76, su círculo íntimo siga en silencio). En su lugar, Meltzer ha revisado miles de perfiles y entrevistas publicados desde 1969, el año en que Birkin saltó a la fama con *Je T’aime… Moi Non Plus*, la canción pop orgásmica que, según una revista suiza, la hizo “mundialmente famosa en tres minutos”. Además, se basa en los diarios publicados de Birkin, que cubren de 1957 a 2013.

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El resultado es un relato rápido de cómo la futura estrella dejó su internado en la Isla de Wight a los 16 años, descubrió que su look alto, delgado y andrógino era perfecto para los años 60 y empezó a conseguir pequeños papeles actoralies. A los 21 años ya había aparecido desnuda en *Blow-Up* de Antonioni, había sido seducida por el compositor John Barry, se había quedado embarazada y se había separado.

La historia de Birkin realmente comenzó cuando llegó a París en 1967. Audicionó para una película protagonizada por un hombre que creía que se llamaba “Serge Bourguignon”, se enamoró y se mudó a París para estar con él. Serge “Bourguignon” Gainsbourg suena terrible, en parte por su necesidad, a pesar de tener ya 40 años, de *épater le bourgeois* en cada oportunidad. Esta tendencia alcanzó su clímax cuando *Je T’aime…* fue condenada por el papado y prohibida por la BBC. Naturalmente, él estaba encantado.

Los 12 años de Birkin con Gainsbourg suenan a una pieza de arte performático trastornado. La gente se acostumbró a ver sus peleas borrachas en Brasserie Lipp, y Gainsbourg llevaba una pistola que juraba usar contra cualquiera que la mirara. Birkin, a su vez, expresaba su desesperación lanzándose al Sena, para luego recapacitar y salir empapada (le molestó que su blusa de Yves Saint Laurent se encogiera para siempre). Es un alivio para el lector, y sin duda para Birkin, cuando finalmente logra zafarse y formar un hogar con el director de cine Jacques Doillon, que no es menos controlador, pero al menos se duchaba (Gainsbourg era famoso por evitar el jabón).

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Meltzer demuestra ser descuidada con los detalles y desconocedora del contexto cultural. Describe a Roman Polanski como “nacido en Polonia”, a pesar de haber nacido en París, y sugiere que la ciudad alberga varias “catedrales”. Quizás sea más perdonable su insistencia en que Jane Birkin fue una gran fuerza creativa en la música y el teatro del siglo XX.

Realmente no lo fue, y por eso su atractivo continuo, tanto para mujeres como para hombres, sigue siendo tan intrigante. Aunque aún programaba conciertos al momento de su muerte, el público no acudía tanto a oírla cantar como a absorber su esencia. Y es la naturaleza precisa de esa esencia lo que se resiste al análisis. Era romántica pero provocativa, británica pero francesa, una mujer idealizada pero una “garçonne” autodeclarada. Jane Birkin contenía multitudes, y hasta que tengamos un relato que profundice más que este, seguirá siendo tantalizadoramente elusiva.

*It Girl: The Life and Legacy of Jane Birkin* de Marisa Meltzer es publicado por Atria (20 libras).

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