Las normas de viaje en Europa, bajo el foco: nuevos controles fronterizos y tasas turísticas reconfiguran los viajes en 2025.
Crédito: Freepik
A medida que 2025 llega a su fin, muchos viajeros y expatriados constatan cuánto ha cambiado el panorama de los viajes europeos durante los últimos doce meses. Lo que comenzó como unas meras actualizaciones técnicas se transformó rápidamente en una reconfiguración integral: desde controles fronterizos digitales y nuevos requisitos de entrada hasta el aumento de los impuestos turísticos, la disminución de alojamientos económicos y medidas más estrictas contra comportamientos incívicos.
Para cualquiera que haya viajado por Europa este año –o planee hacerlo a principios de 2026–, el continente ahora se percibe muy distinto incluso a como era hace dos años. He aquí lo que trajo consigo 2025 y sus implicaciones para el viajero cotidiano.
Los controles fronterizos se digitalizan: las colas sustituyeron a los sellos en el pasaporte
El cambio operativo más significativo de 2025 llegó en octubre con el tan esperado despliegue del Sistema de Entrada/Salida de la UE (EES). En toda la zona Schengen –que abarca casi todos los estados de la UE más Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein–, se comenzó a eliminar progresivamente el sellado de pasaportes para viajeros extracomunitarios, reemplazándolo por controles biométricos.
Lo más leído en Euro Weekly News
Ahora se exige a los visitantes facilitar los datos del pasaporte, las huellas dactilares y un escaneo facial al ingresar. El objetivo es modernizar las fronteras, mejorar la seguridad y combatir las estancias irregulares. En teoría, el sistema digital debería agilizar los trámites, pero en la práctica su implantación ha sido desigual.
Durante todo el otoño, muchos viajeros experimentaron colas más largas en aeropuertos, puertos y pasos fronterizos terrestres, especialmente durante las vacaciones escolares y los fines de semana de mayor afluencia. No todos los puestos fronterizos estaban igualmente preparados, y los retrasos en la formación del personal causaron lentitudes adicionales. En el Reino Unido, los controles previstos para automovilistas en Dover se pospusieron nuevamente hasta 2026 debido al temor de generar importantes congestiones de tráfico durante las fiestas navideñas.
Otra actualización anunciada desde hace tiempo, el ETIAS, debía implementarse poco después del EES este año, pero finalmente no llegó. En su lugar, la UE retrasó su lanzamiento hasta finales de 2026. Una vez en funcionamiento, los viajeros de países con exención de visado deberán solicitar en línea una autorización electrónica de un coste aproximado de 20 euros, válida por tres años y que permitirá estancias cortas de hasta 90 días en un periodo de 180 días.
El Reino Unido, por su parte, mantuvo un “despliegue progresivo” de su propio sistema de Autorización Electrónica de Viaje (ETA), aplicándolo de manera discreta sin medidas coercitivas. Esto cambiará en febrero de 2026, cuando los visitantes de 85 países deban obtener un permiso digital de 16 libras antes de viajar.
El coste de viajar aumenta mientras desaparecen las opciones económicas
Una de las tendencias más evidentes de 2025 fue clara: viajar por Europa resultó más caro.
Ciudades que enfrentan escasez de vivienda –como Barcelona, París y otros grandes núcleos turísticos– endurecieron las restricciones a los alquileres turísticos como Airbnb. Con una oferta reducida de alojamientos económicos, los precios por noche aumentaron, especialmente en las zonas céntricas.
Al mismo tiempo, los impuestos turísticos se extendieron de manera sigilosa por el continente. España, Islandia, Noruega y el Reino Unido introdujeron o incrementaron tasas nocturnas para visitantes, mientras que Venecia reactivó su muy debatida tarifa para excursionistas. Las autoridades argumentan que estos gravámenes financian infraestructuras y ayudan a controlar la masificación, pero los viajeros notan claramente su impacto en el bolsillo.
Por otro lado, los aficionados a los deportes de invierno se vieron particularmente afectados. Los forfaits de esquí en Austria, Suiza y algunas zonas de Italia se dispararon este año, con algunos resorts importantes cobrando hasta un 40% más que en 2021. Se culpó al aumento de las facturas energéticas, los costes de adaptación climática y los gastos de mantenimiento.
En toda Europa, los responsables políticos hablan cada vez más de transitar desde el turismo masivo hacia lo que se denomina “turismo de calidad”: atraer a menos visitantes que permanezcan más tiempo y gasten más, protegiendo a la vez los destinos frágiles de una afluencia excesiva.
Nuevas normas para combatir el turismo incívico
Las autoridades locales también dedicaron gran parte de 2025 a abordar comportamientos que, según los residentes, han ido demasiado lejos.
En España, San Sebastián se sumó a otros municipios costeros al prohibir fumar en las playas, con el objetivo de mejorar la limpieza y la seguridad. En Portugal, el complejo turístico de Albufeira, en el Algarve, introdujo multas para turistas que transiten por espacios públicos en traje de baño, como parte de un esfuerzo por mejorar su imagen de destino de fiesta.
Palma de Mallorca endureció los controles sobre las fiestas en embarcaciones, respondiendo a las quejas por ruido y la congestión en el puerto, que se habían convertido en puntos de fricción entre residentes y visitantes.
Francia adoptó un enfoque más contundente, dirigiéndose a los altercados en el aire. Desde el otoño, los pasajeros que perturben la seguridad o causen desórdenes a bordo de vuelos se enfrentan a multas de hasta 20.000 euros y a posibles prohibiciones de volar con una aerolínea por un plazo de hasta cuatro años. Esta medida se produjo tras un aumento de incidentes relacionados con el consumo de alcohol durante las temporadas altas de viajes.
Los derechos del pasajero, aún sin resolver
A pesar de toda esta actividad normativa, una reforma muy esperada no llegó a materializarse: el fortalecimiento de los derechos del pasajero en la UE.
Las propuestas destinadas a garantizar una mejor compensación por retrasos prolongados y políticas de equipaje más justas llevan estancadas en negociaciones más de once años. El *lobby* de las aerolíneas ha retrasado el progreso, argumentando que nuevas protecciones elevarían las tarifas. Algunos gobiernos incluso han explorado la posibilidad de debilitar las normas vigentes, extendiendo el umbral para recibir compensación de tres a cuatro horas.
El punto muerto se prolonga hasta 2026.
Mientras tanto, la decisión de Ryanair de dejar de aceptar tarjetas de embarque impresas generó controversia. La Autoridad de Aviación Civil de Portugal recordó a la aerolínea que no puede negar legalmente el embarque a pasajeros con billetes de papel válidos, señalando que las protecciones al consumidor siguen vigentes, incluso en la era de las políticas exclusivamente digitales.
La realidad para los viajeros a finales de 2025
Al concluir el año, una cosa está clara: Europa no cerró sus puertas a los visitantes, pero sí hizo que viajar sea más complejo.
Los cruces fronterizos se están digitalizando, pero aún adolecen de problemas iniciales. Encontrar alojamiento barato es más difícil, los impuestos turísticos no dejan de aumentar y comportamientos antes tolerados ahora se penalizan activamente. Paralelamente, las aerolíneas siguen bajo presión para mejorar sus estándares de servicio, aunque una reforma significativa continúa estancada.
Para viajeros y expatriados por igual, la nueva realidad implica planificar con mayor antelación, presupuestar con más cuidado y comprender las normas locales antes de llegar.
Europa sigue siendo tan vibrante y acogedora como siempre, solo que más regulada, más digital y un poco más costosa de lo que solía ser.
Permanezcan atentos a Euro Weekly News para más noticias sobre Viajes.