España no escasea de joyas, pero estos cinco pueblos te harán desenterrar la vieja cámara, hacer la maleta y emprender una escapada de fin de semana más rápido de lo que tardas en tomarte una caña bien fría.
El gurú viajero y tiktoker Carlos Lavilla, que ha dedicado décadas a explorar el país, ha compartido sus cinco favoritos – y no son las típicas trampas para turistas.
Encabezando la lista está el pueblo del viento eterno: Consuegra, a un tiro de piedra de Toledo.
Consuegra. Crédito: Seanver
Piensa en Don Quijote, piensa en molinos girando bajo el infinito cielo manchego. Consuegra es un pueblo de postal con un castillo encaramado en un cerro y una decena de molinos icónicos dispersos a su alrededor.
Lavilla bromea diciendo que es “un lugar construido delante de un ventilador invisible”. Perfecto para un paseo tranquilo, unas cuantas selfies y empaparse de la clásica esencia del campo español.
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El siguiente es Salamanca – no es precisamente uno de los secretos mejor guardados de España, pero merece la pena el viaje si te gusta un poco de historia.
Con sus edificios de piedra dorada, plazas vibrantes y una universidad que lleva enseñando desde el siglo XIII, Salamanca es España con un toque de intelecto.
Se le atribuye a su universidad haber ayudado a estandarizar el idioma español. De hecho, la *Gramática de la lengua castellana* – la primera gramática del español – fue escrita aquí por el lingüista Antonio de Nebrija en 1492.
La Plaza Mayor de Salamanca es una de las más bellas del país, ideal para observar a la gente con un café o una copa de vino. De día, la historia te rodea; de noche, la ciudad vibra con energía estudiantil y abundantes bares de tapas.
Ocupando el tercer puesto del ranking está Albarracín, un pueblo encajonado entre picos agrestes y frondosos bosques del noreste de España.
Albarracín. Crédito: Jocelyn Erskine-Kellie
Si Instagram tuviera un filtro con su nombre, todos lo estaríamos usando. Lavilla se enamoró de este pueblo de paredes rojizas, con sus calles serpenteantes y su arquitectura antigua que parece detenida en el tiempo. Es un lugar para perderse y fotografiar sin fin, respirando siglos de historia – sin multitudes empujando para hacerse con los mejores miradores.
Y si algúna vez has soñado con ir a Roma pero no soportas las interminables colas bajo un sol abrasador, Mérida es tu destino soñado.
Lavilla la llama “una pequeña Roma sin gentío”. Desde su impresionante teatro romano hasta acueductos y puentes, los amantes de la historia estarán en el cielo aquí. Y como plus, el exquisito jamón de Jabugo local ya justifica el viaje por sí solo.
El teatro romano de Mérida. Crédito: David Jones
Última parada, la joya brillante del sur: Frigiliana.
Casas encaladas, calles empedradas y flores desbordándose de cada balcón la convierten en uno de los pueblos más bonitos de España.
Lavilla advierte con una sonrisa: “Encontrar aparcamiento aquí es más difícil que ganar la lotería”, pero créenos, merece la pena. Las vistas al Mediterráneo, las tiendas artesanales y ese pausado ritmo andaluz la hacen una visita imprescindible.
Ya sean molinos, murallas medievales, ruinas romanas o el encanto blanco andaluz, estos cinco pueblos demuestran que la magia de España suele encontrarse fuera de los caminos trillados.
Frigiliana. Crédito: Ihourahane
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