El Papa León XIV concluyó su visita a Turquía el domingo antes de dirigirse a Líbano, donde tenía como objetivo llevar un mensaje de esperanza a su sufrido pueblo y fortalecer a una comunidad cristiana crucial en el Medio Oriente. Predicó mensajes similares de paz y unidad, tanto dentro de su propia comunidad católica como de manera más amplia, durante sus paradas anteriores en Turquía.
León tuvo dos compromisos clave en Estambul antes de volar a Beirut: una oración en la Catedral Apostólica Armenia y una liturgia divina con el Patriarca Ecuménico Bartolomé, líder espiritual de los cristianos ortodoxos del mundo, cuya invitación para conmemorar un aniversario cristiano importante fue el impulso para la visita de León.
León ingresó a la catedral armenia en una nube de incienso mientras un coro cantaba. Elogió la “valiente testimonio cristiana del pueblo armenio a lo largo de la historia, a menudo en medio de circunstancias trágicas”. Era una referencia a la matanza de armenios por los otomanos durante la era de la Primera Guerra Mundial.
El Papa Francisco había calificado la masacre como un “genocidio”, lo que enfadó a Turquía, que niega que ocurrió un genocidio. León fue más diplomático en sus palabras en suelo turco.
Mientras estuvo en Turquía, el papa también visitó la Mezquita Azul de Estambul, una estructura histórica de la era otomana que se ha convertido en un sitio popular para los turistas.
“El Papa visitó la Mezquita en silencio, en un espíritu de reflexión y escucha, con profundo respeto por el lugar y la fe de los allí reunidos en oración”, dijo la oficina de prensa de la Santa Sede en un comunicado. Lo acompañaron el Ministro de Cultura y Turismo de Turquía Mehmet Nuri Ersoy, el Muftí Provincial de Estambul Emrullah Tuncel y el Gran Imán de la Mezquita del Sultán Ahmed (la Mezquita Azul) Kurra Hafız Fatih Kaya.
El Papa León XIV y el Patriarca Armenio de Constantinopla Arzobispo Sahag II Mashalian llegan para celebrar una liturgia en la Catedral Apostólica Armenia de Estambul, Turquía, domingo 30 de noviembre de 2025.
Domenico Stinellis / AP
En la segunda etapa de su primer viaje papal, León visitará el Líbano en un momento precario para el pequeño país mediterráneo después de años de crisis sucesivas. Está cumpliendo una promesa del Papa Francisco, quien había querido visitarlo durante años, pero no pudo hacerlo mientras su salud empeoraba.
Francisco a menudo citaba a San Juan Pablo II, quien en 1989 dijo que el Líbano era más que un país. Era un “mensaje” — un mensaje de fraternidad y convivencia. Bajo el sistema de reparto de poder del Líbano, el presidente del país es siempre un cristiano maronita, el primer ministro un musulmán sunita y el presidente del parlamento un chiita.
El Líbano, un país de mayoría musulmana donde aproximadamente un tercio de la población es cristiana, siempre ha sido una prioridad para el Vaticano, un baluarte para los cristianos de toda la región. Después de años de conflicto, las comunidades cristianas que datan de la época de los Apóstoles se han reducido.
Se esperaba que León intentara animar a los libaneses que creen que sus líderes les han fallado, y alentar a los cristianos libaneses a quedarse o, si ya se han mudado al extranjero, a regresar a casa.
“El Santo Padre viene en un momento muy difícil para el Líbano y para nuestra región”, dijo el obispo George, arzobispo de la Eparquía Greco Católica Melquita de Beirut. Los libaneses están preocupados por el futuro, dijo, y todavía temen un posible regreso a una guerra total con Israel.
“En este momento difícil, la visita del papa es una señal de esperanza. Muestra que el Líbano no está olvidado”, dijo a los periodistas antes de la visita.
En 2019, la moneda y el sistema bancario del país colapsaron y muchos libaneses vieron como sus ahorros se evaporaban. La crisis financiera provocó escasez de electricidad, combustible y medicinas.
Otro desastre siguió en 2020, cuando cientos de toneladas de nitrato de amonio almacenadas inapropiadamente en el puerto de Beirut detonaron en una explosión que arrasó los vecindarios circundantes, matando a 218 personas, hiriendo a miles más y causando daños por miles de millones de dólares.
El punto culminante de la visita libanesa de León llegará en su último día, el 2 de diciembre, cuando pase un tiempo en oración silenciosa en el lugar de la explosión del 4 de agosto de 2020 y se reúna con algunas de sus víctimas.
Los ciudadanos libaneses estaban indignados por la explosión, que parecía ser el resultado de la negligencia del gobierno, sumándose a la crisis económica. Pero una investigación se ha estancado repetidamente, y cinco años después, ningún funcionario ha sido condenado.
Existe la esperanza entre los libaneses de que León exija responsabilidades a la clase política libanesa e insista en que no puede haber paz sin verdad y justicia.
Otro momento importante llegará cuando León se reúna con jóvenes libaneses. Se espera que les dé palabras de aliento, en medio de la emigración de décadas al extranjero, mientras también reconoce su desilusión por los fracasos de las generaciones anteriores.
Después del ataque liderado por Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre de 2023, que desencadenó la guerra en Gaza, el grupo militante libanés Hezbolá entró en un conflicto de baja intensidad con Israel que escaló hasta convertirse en una guerra total en septiembre de 2024, matando a más de 4.000 personas en el Líbano y causando una destrucción generalizada.
A pesar de un alto el fuego mediado por Estados Unidos que nominalmente puso fin al conflicto dos meses después, Israel continúa lanzando ataques aéreos casi diarios que, según dice, tienen como objetivo impedir que Hezbolá se reconstruya.
El papa “viene a bendecirnos y por la paz”, dijo Farah Saadeh, una residente de Beirut que paseaba por el paseo marítimo de la ciudad. “Tenemos que esperar y ver qué pasará después de que se vaya, y esperamos que no ocurra nada después de su partida”.
Antes de la llegada de León, Hezbolá instó al papa a expresar su “rechazo a la injusticia y la agresión” a la que está siendo sometido el país. Era una referencia a los ataques israelíes. El grupo también instó a sus seguidores a formarse a lo largo de la carretera que tomará el convoy papal desde el aeropuerto hasta el palacio presidencial para presentar sus respetos.
Hezbolá —un grupo principalmente chiita— se ha aliado con varios grupos políticos cristianos en el país, incluidos el Movimiento Patriótico Libre y el Movimiento Marada.
Sin embargo, el partido cristiano con el bloque parlamentario más grande, las Fuerzas Libanesas, es un oponente de Hezbolá y ha criticado al grupo por arrastrar al país a una guerra con Israel.
En la vecina Siria, cientos de miles de cristianos huyeron durante los 14 años de guerra civil del país.
El ex autocrático presidente Bashar al-Assad fue derrocado en una ofensiva liderada por insurgentes islamistas el diciembre pasado. Desde entonces, ha habido brotes de violencia sectaria y algunos ataques a minorías religiosas, incluido un ataque suicida en una iglesia en Damasco en junio.
Aunque el nuevo gobierno ha condenado los ataques a las minorías, muchos lo acusan de hacer la vista gorda o de no poder controlar a los grupos armados aliados.
Una delegación de unos 300 cristianos sirios, encabezada por un sacerdote católico greco-melquita, viajaría al Líbano para unirse a un encuentro entre León y grupos juveniles y rezar en una misa pública en el paseo marítimo de Beirut.
“Necesitamos a alguien como el papa que venga y nos dé esperanza como cristianos” en un momento de “miedo a un futuro incierto”, dijo Dima Awwad, de 24 años, uno de los miembros de la delegación. “Deseamos que el papa viniera a visitar Siria como visitó el Líbano, para tranquilizar a la gente y para sentir que estamos presentes como cristianos orientales y que necesitamos estar en este lugar”.