El presidente Vladimir Putin ha reiterado sus demandas principales para terminar la guerra en Ucrania, afirmando que Rusia solo depondrá las armas si las tropas de Kiev se retiran de los territorios reclamados por Moscú.
Putin ha insistido desde hace tiempo en el reconocimiento legal de los territorios ucranianos que Rusia ha tomado por la fuerza. Esto incluye la península de Crimea, la cual anexó ilegalmente en 2014, y la región del Donbás, compuesta por Lugansk y Donetsk, que ahora Moscú ocupa en su mayor parte.
Para Kiev, que ha descartado renunciar a las partes del Donbás que aún controla, recompensar la agresión de Rusia es inaceptable.
Hablando con periodistas durante un viaje a Kirguistán, Putin repitió su punto de vista de que Rusia tiene la iniciativa en el campo de batalla y que los combates solo terminarán cuando las tropas ucranianas se retiren de los territorios en disputa. "Si no se retiran, lo lograremos por la fuerza de las armas", dijo.
Sin embargo, los lentos avances de Rusia en el este de Ucrania han tenido un coste significativo en mano de obra. Según el Instituto para el Estudio de la Guerra con sede en EE. UU., a este ritmo le tomaría a Moscú casi dos años más apoderarse del resto de la región de Donetsk.
Las declaraciones del jueves fueron la primera vez que Putin se refirió a los intensos movimientos diplomáticos de la última semana, que incluyeron discusiones intensas entre EE. UU. y Ucrania sobre un plan de paz supuestamente redactado en octubre por oficiales estadounidenses y rusos.
El plan, que inicialmente favorecía mucho las demandas de Moscú, fue posteriormente revisado. Sin embargo, se cree que no aborda el problema de los territorios ocupados, lo cual -junto con las garantías de seguridad para Ucrania- es el mayor punto de desacuerdo entre Moscú y Kiev.
Putin dijo que el nuevo borrador del plan ya se ha mostrado a Rusia y que podría ser la "base" para un futuro acuerdo para poner fin a la guerra. No obstante, añadió que era "absolutamente necesario" discutir "ciertos puntos específicos que necesitan ser puestos en lenguaje diplomático".
Al ser preguntado sobre la posibilidad de que Crimea y el Donbás sean reconocidos como bajo control de facto ruso pero no legalmente, Putin respondió: "Ese es el tema de nuestra discusión con nuestros homólogos americanos".
Confirmó que se espera una delegación estadounidense, que incluye al enviado especial Steve Witkoff, en Moscú en la primera mitad de la próxima semana. El presidente Donald Trump dijo a periodistas esta semana que Witkoff podría ser acompañado en Moscú por el yerno del presidente, Jared Kushner.
Mientras tanto, el principal asistente presidencial ucraniano, Andriy Yermak, dijo que el Secretario del Ejército de EE. UU., Dan Driscoll, tiene previsto visitar Kiev más tarde esta semana.
A principios de esta semana, Trump dijo que solo quedaban "pocos puntos de desacuerdo" entre Rusia y Ucrania, indicando que cualquier reunión con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky para discutirlos dependía de que se acordara un tratado de paz.
Durante sus comentarios a los periodistas, Putin volvió a expresar su desprecio por el liderazgo ucraniano, al cual consideró ilegítimo y que, por lo tanto, "no sirve de nada" firmar los documentos. Ucrania ha estado bajo ley marcial desde el comienzo de la invasión a gran escala de Rusia en febrero de 2022 y, por consiguiente, no ha podido celebrar las elecciones programadas. A principios de este año, el parlamento ucraniano votó por unanimidad para afirmar la legitimidad del presidente Zelensky, cuyo mandato terminó en la primavera.
Putin también descartó las advertencias de líderes europeos de que Rusia podría atacar el continente europeo en las próximas décadas. "Nos parece risible, de verdad", afirmó.
La Casa Blanca y Donald Trump se han mostrado optimistas sobre el reciente impulso diplomático para las conversaciones de paz, pero los europeos han expresado repetidamente su escepticismo sobre si Putin realmente tiene la intención de terminar la guerra.
El miércoles, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, acusó a Rusia de mantener una mentalidad de la posguerra mundial y de ver el continente europeo como una "esfera de influencia" en la que las naciones soberanas podrían ser "repartidas".
