Un pequeño fragmento de desechos espaciales provocó el incidente más grave en la estación espacial china Tiangong desde que comenzó a funcionar hace tres años.
A principios de mes, se descubrió una grieta en la ventana de la nave Shenzhou-20, lo que obligó a tres astronautas chinos a permanecer en la estación Tiangong nueve días extras. Finalmente, tuvieron que regresar a la Tierra usando la nave de sus nuevos compañeros.
Este evento subraya la creciente amenaza de la basura orbital que rodea la Tierra. Esta situación podría impulsar a China y a otros países, como Estados Unidos, a acelerar sus capacidades para rastrear y eliminar estos desechos. Muchos de estos sistemas tienen un doble uso: las mismas herramientas que pueden desorbitar satélites viejos también podrían reutilizarse para inutilizar naves espaciales enemigas.
Aún así, algunos expertos ven una pequeña esperanza en que este incidente sirva como una llamada de atención para catalizar medidas de reducción de riesgos entre Pekín y Washington. Podría convertirse en un punto de inflexión para la cooperación entre las dos principales potencias espaciales del mundo.
Mientras China se apresura a preparar la siguiente nave, la Shenzhou-22, para lanzarla la próxima semana como nuevo vehículo de escape, el país ya había comenzado a “trabajar más seriamente en los problemas de los desechos espaciales” antes de este episodio, según dijo el astrónomo e historiador espacial de Harvard, Jonathan McDowell.