“El aeropuerto de Bruselas se enfrenta a cancelaciones masivas de vuelos por una huelga general”
Crédito: Alexandros Michailidis, Shutterstock
Si tiene previsto volar desde Bélgica la próxima semana, quizá sea momento de replantearse sus planes de viaje. El Aeropuerto de Bruselas ha anunciado que ningún vuelo despegará el miércoles 26 de noviembre debido a una huelga general que se prevé cause graves trastornos en todo el país.
Es el tipo de anuncio que ningún viajero desea escuchar —especialmente con la proximidad de las fiestas navideñas—, pero la gestión del aeropuerto alega que la situación escapa por completo a su control. Una parte importante del personal de seguridad y de handling está llamada a secundar el paro, en el marco de una huelga nacional de tres días, lo que dejará al aeropuerto incapacitado para gestionar a los pasajeros con garantías.
Es posible que algunos vuelos con destino a Bruselas también sean cancelados, de modo que incluso quienes esperen regresar a Bélgica ese día deberían prepararse para retrasos, desvíos y una considerable incertidumbre.
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¿A qué se debe la huelga en Bélgica?
Los sindicatos belgas se han unido en lo que denominan una movilización nacional, afectando a varios servicios esenciales los días 24, 25 y 26 de noviembre. La huelga tiene por objeto enviar un mensaje al Gobierno Federal, inmerso actualmente en tensas negociaciones presupuestarias.
Los sindicatos sostienen que las medidas de austeridad —en concreto, las propuestas de modificación de las normas de pensiones y de la flexibilidad laboral— son excesivas. Aseguran que los trabajadores ya han resentido el impacto del aumento del coste de la vida y que nuevos ajustes podrían llevar a muchas familias al límite.
El tráfico aéreo simplemente coincide con el tercer día de las movilizaciones —y será el impacto más visible para los viajeros internacionales.
El Aeropuerto de Bruselas explicó que la envergadura de la huelga hace imposible garantizar la seguridad de las operaciones, especialmente con los servicios de control y manejo de equipaje afectados:
«Preveemos una perturbación considerable de las operaciones aeroportuarias», advirtió el aeropuerto, instando a los pasajeros a no acudir a las terminales a menos que tengan la confirmación de que su vuelo opera con normalidad.
Las aerolíneas se preparan para el caos de las re-reservas
Los viajeros no serán reubicados automáticamente por el aeropuerto; serán las aerolíneas las que contacten directamente con los pasajeros para ofrecerles reembolsos o soluciones alternativas.
No obstante, la paciencia será fundamental. El aeropuerto indica que su tablón de vuelos en directo solo reflejará las cancelaciones una vez que cada compañía actualice el sistema, lo que significa que algunos pasajeros podrían verse obligados a actualizar sus pantallas con inquietud.
Tampoco se trata de un hecho aislado. Es la séptima vez este año que una huelga paraliza los aviones en el Aeropuerto de Bruselas. Muchos viajeros han descrito la situación como impredecible —y extremadamente frustrante.
Quienes se dirijan al Aeropuerto de Charleroi (centro de operaciones de Ryanair y otras aerolíneas de bajo coste) tampoco pueden darse por totalmente a salvo. Los responsables afirman que es «demasiado pronto» para confirmar el nivel de disrupción previsto, aunque prometen actualizaciones en breve.
Qué deberían hacer los viajeros ahora
Si tiene un vuelo programado desde Bruselas el 26 de noviembre, las recomendaciones del aeropuerto son claras:
No se presente. No haga cola. No espere allí.
En su lugar:
• Consulte regularmente la web o la aplicación de su aerolínea
• Espere a ser contactado directamente antes de acercarse al aeropuerto
• Anticipe demoras en las respuestas del servicio de atención al cliente —todo el mundo plantea las mismas preguntas—
• Considere aeropuertos alternativos o fechas distintas si su agenda es ajustada
El transporte público también podría verse limitado, dejando varados a los viajeros incluso si intentasen realizar el trayecto.
Una huelga en un momento político tenso
Bélgica se enfrenta actualmente a un déficit de 26.000 millones de euros, que se espera aumente hasta los 39.000 millones en cuatro años, lo cual ha avivado un intenso debate político sobre quién debe asumir los costes.
Con los ánimos exaltados y los sindicatos sintiéndose ignorados, hay una sensación generalizada de que las movilizaciones de esta semana difícilmente serán el último enfrentamiento.
Por ahora, son los pasajeros quienes se ven atrapados en medio del conflicto —con las maletas hechas, los billetes comprados y sin ningún destino al que partir.
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