Por: Justin Rowlatt, Editor de Clima y Jessica Cruz, Productora para Sudamérica
BBC / Tony Jolliffe
La selva amazónica podría enfrentar un nuevo aumento de la deforestación, ya que hay esfuerzos para anular una prohibición que la ha protegido por mucho tiempo.
Esta prohibición, que impide la venta de soja cultivada en terrenos deforestados después del 2008, es ampliamente reconocida por reducir la deforestación y ha sido considerada un éxito global para el medio ambiente.
Sin embargo, poderosos grupos agrícolas en Brasil, apoyados por algunos políticos, están presionando para eliminar estas restricciones mientras la conferencia climática de la ONU COP30 entra en su segunda semana.
Los críticos de la prohibición dicen que es un "cártel" injusto que permite que un pequeño grupo de empresas controle el comercio de soja en el Amazonas.
Los grupos ambientalistas han advertido que quitar la prohibición sería un "desastre", abriendo la puerta a una nueva ola de acaparamiento de tierras para plantar más soja en la selva más grande del mundo.
Los científicos dicen que la deforestación continua, junto con los efectos del cambio climático, ya está llevando al Amazonas hacia un posible "punto de no retorno"; un límite más allá del cual la selva no puede sostenerse.
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Los granos de soja importados por el Reino Unido son un alimento importante para animales.
Brasil es el mayor productor mundial de soja, un cultivo básico por su proteína y una importante alimento para animales.
Mucha de la carne que se consume en el Reino Unido – incluyendo pollo, res, cerdo y pescado de piscifactoría – es criada usando alimentos que incluyen soja, de la cual un 10% proviene de la Amazonía brasileña.
Muchas grandes empresas de alimentos del Reino Unido, como Tesco, Sainsbury’s, M&S, Aldi, Lidl, McDonald’s, Greggs y KFC, son miembros de una coalición llamada el Manifiesto de la Soja del Reino Unido, que representa alrededor del 60% de la soja importada al país.
El grupo apoya la prohibición, conocida oficialmente como la Moratoria de la Soja del Amazonas, porque argumenta que ayuda a garantizar que las cadenas de suministro de soja británicas estén libres de deforestación.
En una declaración este año, los firmantes dijeron: "Instamos a todos los actores de la cadena de suministro de soja, incluidos gobiernos, instituciones financieras y agroempresas, a reforzar su compromiso con la [moratoria] y asegurar su continuación".
La opinión pública en el Reino Unido también parece estar firmemente a favor de proteger el Amazonas. Una encuesta del Fondo Mundial para la Naturaleza realizada este año encontró que el 70% de los encuestados apoyaba acciones gubernamentales para eliminar la deforestación ilegal de las cadenas de suministro británicas.
BBC / Tony Jolliffe
Este puerto de soja en el río Amazonas en Santarém ayudó a impulsar la campaña que llevó a la moratoria.
Pero los opositores brasileños al acuerdo la semana pasada demandaron a la Corte Suprema – el tribunal más alto del país – que reabriera una investigación sobre si la moratoria constituye un comportamiento anticompetitivo.
"Nuestro estado tiene mucho espacio para crecer y la moratoria de la soja está yendo en contra de este desarrollo," le dijo Vanderlei Ataídes a la BBC. Él es el presidente de la Asociación de Productores de Soja del estado de Pará, una de las principales zonas productoras de Brasil.
"Yo no entiendo cómo [la prohibición] ayuda al medio ambiente," añadió. "No puedo plantar soja, pero puedo usar la misma tierra para plantar maíz, arroz, algodón u otros cultivos. ¿Por qué no puedo plantar soja?"
El desafío incluso ha dividido al gobierno brasileño. Mientras el Ministerio de Justicia dice que puede haber evidencia de prácticas anticompetitivas, tanto el Ministerio de Medio Ambiente como la Fiscalía General han defendido públicamente la moratoria.
Este acuerdo voluntario fue firmado por primera vez hace casi dos décadas por agricultores, organizaciones ambientales y grandes empresas alimentarias globales, incluyendo gigantes como Cargill y Bunge.
Sucedió después de una campaña del grupo de presión Greenpeace que expuso cómo la soja cultivada en tierras deforestadas se usaba en alimentos para animales, incluso para el pollo vendido por McDonald’s.
La cadena de comida rápida se convirtió en un defensor de la moratoria, cuyos firmantes se comprometieron a no comprar soja cultivada en tierra deforestada después del 2008.
Antes de la moratoria, la tala para expandir el cultivo de soja y la ganadería eran las principales causas de la deforestación amazónica.
Después de que se introdujo el acuerdo, la deforestación se redujo drasticamente, alcanzando un mínimo histórico en el 2012 durante el segundo mandato del presidente Lula.
La deforestación aumentó bajo gobiernos posteriores – notablemente bajo Jair Bolsonaro, quien promovió abrir la selva al desarrollo económico – pero ha vuelto a caer durante la presidencia actual de Lula.
Bel Lyon, asesor principal para América Latina en el World Wildlife Fund – uno de los firmantes originales – advirtió que suspender la moratoria "sería un desastre para el Amazonas, su gente y el mundo, porque podría liberar un área del tamaño de Portugal para la deforestación".
Pequeños agricultores cuyas parcelas están cerca de plantaciones de soja dicen que estas alteran los patrones climáticos locales y hacen más difícil cultivar sus cosechas.
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Raimundo Barbosa cultiva yuca y frutas.
Raimundo Barbosa, quien cultiva yuca y frutas cerca del pueblo de Boa Esperança, dice que cuando se tala la selva "el medio ambiente se destruye".
"Donde hay selva, es normal, pero cuando desaparece, simplemente hace más y más calor y hay menos lluvia y menos agua en los ríos," me dijo mientras estábamos sentados a la sombra junto a las máquinas que usa para convertir su yuca en harina.
La presión para levantar la moratoria llega mientras Brasil se prepara para inaugurar una importante vía ferroviaria que se extiende desde su corazón agrícola en el sur hasta la selva.
Se espera que el ferrocarril reduzca significativamente los costos de transporte para la soja y otros productos agrícolas, añadiendo otro incentivo más para despejar más terreno.
BBC / Tony Jolliffe
Los científicos han monitoreado cambios detallados en el Amazonas durante décadas.
Los científicos dicen que la deforestación ya está transformando la selva de maneras profundas. Entre ellos se encuentra el especialista del Amazonas Bruce Fosberg, quien ha pasado medio siglo estudiando la selva.
Él sube 15 pisos por una torre angosta que se alza 45 metros sobre una reserva prístina de la selva tropical en el corazón del Amazonas. Desde una pequeña plataforma en la cima, observa un mar verde que se extiende hasta el horizonte.
La torre está llena de instrumentos de alta tecnología: sensores que rastrean casi todo lo que ocurre entre el bosque y la atmósfera: vapor de agua, dióxido de carbono, luz solar y nutrientes esenciales como el nitrógeno y fósforo.
La torre fue construida hace 27 años y es parte de un proyecto – el Experimento de Gran Escala Biosfera-Atmósfera (LBA) – que tiene como objetivo entender cómo está cambiando el Amazonas y cuán cerca está de un umbral crítico.
Los datos del LBA, junto con otros estudios científicos, muestran que partes de la selva podrían estar acercándose a un "punto de no retorno", después del cual el ecosistema ya no puede mantener sus propias funciones.
"El bosque vivo se está apagando," dice, "y no produce vapor de agua y por lo tanto lluvia".
A medida que se pierden árboles por la deforestación, los incendios y el estrés por calor, el bosque libera menos humedad a la atmósfera, explica él, reduciendo las lluvias e intensificando la sequía. Eso, a su vez, crea un ciclo de retroalimentación que mata aún más árboles.
El temor es que, si esto continúa, vastas áreas de la selva podrían desaparecer y convertirse en una sabana o un ecosistema de pastizales secos.
Tal colapso liberaría enormes cantidades de carbono, alteraría los patrones climáticos a través de los continentes y amenazaría a los millones de personas – así como a las innumerables especies de plantas, insectos y animales – cuyas vidas dependen del Amazonas para sobrevivir.
