La Bahía de Pollensa bajo investigación

Personal del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) en Baleares participa en un proyecto europeo destinado a determinar los efectos de la contaminación y el cambio climático en la bahía de Pollensa.
El jueves 30 de octubre, el equipo de investigadores tomó parte en la reunión de lanzamiento de dos nuevos proyectos financiados por los programas Interreg Euro-MED e Interreg Next Med, denominados Miramar y MedProact.

En un comunicado, el IEO señaló que estas iniciativas constituyen una prolongación del proyecto “Plastic Busters” y se conciben desde su inicio como una estrategia coordinada para abordar los principales retos medioambientales a los que se enfrenta el Mediterráneo. El encuentro, celebrado en la sede de la Unión por el Mediterráneo (UpM) en Barcelona, reunió a instituciones científicas, administraciones públicas, entidades regionales y organizaciones de la sociedad civil de toda la cuenca mediterránea con el objetivo de “fortalecer la cooperación y avanzar hacia un mar más saludable y resiliente”.

El Mediterráneo es uno de los mares del mundo más afectados por la actividad humana, con efectos acumulativos derivados de la contaminación por plásticos, los contaminantes emergentes, el ruido submarino y la pérdida y fragmentación de hábitats, amenazas que se ven exacerbadas por el cambio climático. Estas presiones impactan en la biodiversidad, la pesca, el bienestar social y la resiliencia de las comunidades costeras. El proyecto Miramar se centra en “mejorar el conocimiento científico y reforzar la cooperación regional para responder a estos desafíos complejos y a sus impactos cumulativos”.

En concreto, se han identificado tres ecosistemas mediterráneos de alto valor ecológico: las praderas de fanerógamas marinas (como la Posidonia), los humedales y los hábitats de especies en peligro de extinción. “Estos ecosistemas desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la biodiversidad, el apoyo a la pesca y la protección del litoral frente a la erosión y los impactos climáticos, además de proporcionar importantes servicios ecosistémicos”, subrayaron.

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El proyecto pretende desarrollar una metodología “innovadora” y “armonizada” para monitorizar el impacto acumulativo de determinados factores de estrés en nueve áreas piloto distribuidas entre Albania, Croacia, Francia, Grecia, Italia y España, así como en los tres hábitats identificados. Una de las zonas piloto se localiza en la bahía de Pollensa, designada como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) en la red Natura 2000 y parte de una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), cuyos hábitats marinos albergan ecosistemas y especies de “elevado valor conservacionista”, como extensas praderas de Posidonia oceanica y otras fanerógamas, macroalgas y comunidades de coralígeno.

“El proyecto también desarrollará un catálogo de buenas prácticas y de mitigación de la contaminación, fundamentado en experiencias reales y casos de éxito en el Mediterráneo”, explicó la investigadora del IEO Carme Alomar. En Miramar participan ocho entidades socias y cuenta con el apoyo de catorce socios asociados, incluyendo gestores de áreas protegidas, autoridades medioambientales y organizaciones internacionales, con la finalidad de “garantizar que los resultados científicos se traduzcan en políticas y acciones efectivas”.