Desolación entre expatriados británicos: la comunidad de Alicante, invadida por okupas

Un grupo de expatriados británicos ha manifestado al Olive Press que prácticamente han perdido la esperanza respecto a su comunidad en Alicante, la cual ha sido aterrorizada por ocupas tras años de inacción por parte de las autoridades.

Los okupas comenzaron a adueñarse de viviendas en la calle Vincent van Gogh de Los Montesinos hace aproximadamente cinco años, cuando unas obras inacabadas dejaron los inmuebles deshabitados.

En la actualidad, “dos hileras de estas casas, que carecen de electricidad, agua corriente y cualquier tipo de servicio,” se encuentran plagadas de moradores indeseados.

Lorraine Lang, una expatriada británica, reside al otro lado de esta calle desde hace diecisiete años junto a su marido, una persona de avanzada edad que está “parcialmente discapacitado y no puede caminar.”

Este jubilado tiene ahora desde su apartamento una vista compuesta por muebles viejos, ropa sucia y numerosos ocupas.

Según Barbarann Blake, otra residente local y amiga de Lang, estos individuos se desplazan hasta el embalse local “para llenar de agua garrafas vacías que sacan de los contenedores.”

Algunos de los ocupas disponen de vehículos, mientras que otros han instalado cámaras de seguridad alimentadas por paneles solares en el exterior de los edificios.

Se les ha visto mendigando a las puertas de los supermercados del pueblo y arrojando sus residuos a los contenedores que, según se quejan los vecinos locales, “ellos pagan.”

Su presencia está provocando la devaluación de las propiedades colindantes a diario y genera un entorno vital “fétido y desagradable.”

A pesar de la evidente molestia que causan los ocupantes, las numerosas reuniones mantenidas con el alcalde y las llamadas a la policía no han dado fruto alguno.

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El alcalde insistió ante Blake en que las viviendas habían sido adquiridas tras la ejecución de la hipoteca por parte del banco hace unos meses, pero ella “no ha vuelto a saber nada” desde entonces y los ocupas continúan en las propiedades.

Cuando Blake preguntó al alcalde si tenía alguna novedad, este le respondió: “No, aún no.”

El año pasado, Lang llamó a la policía tras presenciar cómo se instalaban más ocupas.

Los agentes se personaron en el lugar y al día siguiente le notificaron a Lang una citación para comparecer ante el juzgado, ya que, según se informó, uno de los ocupas había agredido a un policía, si bien Lang no fue testigo de ello.

Lang y Blake “esperaron en el juzgado durante dos horas” juntas, tras lo cual se les comunicó que podían marcharse. Hasta donde ellas saben, no se tomó medida alguna con respecto a los ocupas, y Lang no ha vuelto a llamar a la policía desde entonces; teme tener que regresar a los tribunales y sabe que, anteriormente, no ayudaron a resolver la situación.

Las viviendas no solo están ocupadas por personas, sino también por animales; uno de los inmuebles se ha convertido en el hogar de una “colonia de gatos” que, según especula Lang, está siendo vendida por “uno de los ocupas que recibe visitas de gente para ver a los animales.”

Tras años luchando por la desocupación de las viviendas, estos expatriados británicos no saben a quién más recurrir. “Simplemente, no sé qué más podemos hacer,” afirma Blake.

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