Un seísmo de magnitud 6,7 sacudió la costa de Sanriku en el océano Pacífico el domingo por la tarde (hora japonesa), lo que llevó a la Agencia Meteorológica de Japón (JMA) a emitir un aviso de tsunami para la prefectura de Iwate, en el litoral nororiental de Honshu.
El terremoto, que ocurrió aproximadamente a las 17:03 hora local (JST) a una profundidad somera de unos 10 km, registró una intensidad de 4 en la escala sísmica shindo de Japón en zonas como Morioka y Yahaba en Iwate, así como en Wakuya, en la vecina prefectura de Miyagi.
Evacuación de residentes en zonas costeras
La JMA alertó sobre olas de tsunami de hasta 1 metro de altura en la costa de Iwate, instando a los residentes a evacuar inmediatamente las áreas litorales, mantenerse alejados de las playas, cursos de agua y del océano, y trasladarse a terrenos elevados. Poco después se observaron pequeñas olas de tsunami, incluidos 20 cm en el puerto de Kuji y el puerto de Ofunato en Iwate, así como detecciones mar adentro a 70 km de la costa. La cadena pública NHK informó de que no se registraron anomalías en las centrales nucleares cercanas, como la planta de Onagawa operada por Tohoku Electric Power Co.
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Hasta el momento no se han reportado daños graves ni heridos, aunque los servicios del tren bala Tohoku Shinkansen fueron suspendidos temporalmente entre Sendai y Shin-Aomori debido a un breve apagón. Este evento viene precedido por una serie de réplicas de menor intensidad registradas en la región más temprano ese mismo día.
Esta área sísmicamente activa, parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, permanece sensible tras el devastador terremoto y tsunami de Tohoku en 2011. Las autoridades continúan monitoreando la situación de cerca, manteniéndose el aviso vigente hasta altas horas de la noche del domingo.
Desde el desastre de Tohoku en 2011, Japón ha enfrentado dos tsunamis notables. El 22 de noviembre de 2016, un terremoto de magnitud 7,4 frente a Fukushima generó olas de hasta 1,4 m en Sendai, constituyendo la primera gran alerta desde 2011; no hubo muertes, solo heridos menores. El más destructivo ocurrió el 1 de enero de 2024, cuando el seísmo de magnitud 7,5 en la Península de Noto generó alturas de ola superiores a 11 m, inundando 370 hectáreas y causando dos muertes por ahogamiento entre más de 240 fallecidos en total. Ningún otro tsunami posterior a 2011 ha superado los 5 m ni ha provocado una pérdida generalizada de vidas, gracias a la mejora de los malecones, las alertas rápidas y los simulacros públicos.