En la audaz película de Mary Bronstein para A24, *Si tuviera piernas te patearía*, el colapso literal de un techo se convierte en la metáfora perfecta para la caída emocional de la paternidad moderna. Una que te deja sin aliento, pero completamente obligado a seguir mirando. Estrenada en Sundance 2025 y ahora en cines, esta no es tu típica película familiar feliz; es un golpe visceral que te hace sudar y que redefine la etiqueta de “comedia negra” como algo mucho más profundamente humano.
Rose Byrne, en lo que parece ser la joya de la corona de su ya estelar carrera, lleva la película como Linda, una psicoterapeuta cuya vida se desmorona más rápido que un suéter mal tejido. Cuando un torrente de agua y escombros se desploma sobre el techo de su apartamento, Linda y su hija enferma crónica (sin nombre) son exiliadas a un hotelucho junto a la playa. Lo que sigue es una cascada implacable de crisis: un marido que la abandona (voz de Christian Slater), una terapeuta hostil (un Conan O’Brien escalofriantemente efectivo) y un desfile de pacientes que reflejan su propio desmoronamiento. Bronstein, que hace triple papel como guionista, directora y la doctora práctica de la hija, construye una narrativa que examina el trabajo invisible de la maternidad.
La actuación de Byrne es volcánica—una interpretación impresionante que captura la rabia silenciosa de una mujer a la que han pateado demasiadas veces, pero que se niega a quedarse abajo. Su Linda es un torbellino de nervios desgastados y furia reprimida, y sus primeros planos nos convierten en cómplices de su pesadilla claustrofóbica. Sentimos el peso de su culpa por la enfermedad misteriosa de su hija, y el agotamiento profundo de rogar por ser vista en un mundo que la hace sentir rara. Es desgarrador, sí, pero salpicado con esos destellos de humor maníaco y absurdo que A24 hace tan bien: una intervención vecinal de A$AP Rocky como James, el empleado del motel con ocurrencias improbables, roba escenas con su carisma, ofreciendo a Linda (y a nosotros) raros respiros de liviandad en medio del frenesí.
La dirección de Bronstein es una maestría en caos controlado—tomas frenéticas con cámara en mano, un diseño de sonido estridente que amplifica cada quejido y goteo, y visuales alucinógenos que desdibujan la línea entre la realidad y la mente fracturada de Linda. Las metáforas de la película cantan: ese agujero persistente en el techo como la herida incurable del sacrificio maternal, las vistas infinitas del océano como una burlona promesa de escape. Es una exploración punzante de cómo las expectativas sociales pueden vaciar a una mujer por dentro, convirtiendo una resistencia sobrehumana en una lenta sofocación.
*Si tuviera piernas te patearía* no es una película fácil de ver—es agotadora e incómoda—pero esa es su triunfo. En un año lleno de blockbusters brillantes, este es el indie imperdible que te patea el alma, recordándonos por qué existe el cine: para hacernos sentir vistos en nuestras verdades más desordenadas. Byrne se merece todos los premios posibles, y Bronstein se ha anunciado como una voz nueva y valiente. Madres, hijas, cualquiera que se haya sentido invisible: esta es para vosotros.
La temporada empieza en Luna Leederville & Luna on SX desde el 13 de noviembre
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