En un trágico suceso, veintisiete perros de caza fueron hallados sin vida en el interior de una furgoneta a bordo de un ferry que realizaba la travesía entre Barcelona y Palma de Mallorca el pasado fin de semana.
Los animales, que formaban parte de un grupo de treinta y seis que regresaban de un viaje de entrenamiento en Lituania, presentaban claros signos de asfixia; sólo nueve lograron sobrevivir, aunque en un estado semiconsciente. El Seprona de la Guardia Civil ha iniciado una investigación para dilucidar las causas y, en estos momentos, está tomando declaración a los responsables y examinando las condiciones de la furgoneta en la bodega del buque durante la travesía del sábado por la mañana.
Los canes pertenecían a cazadores mallorquines que se habían desplazado a Lituania para la caza y el adiestramiento de la becada. Contrataron para el viaje de regreso a la empresa de transporte animal WeTravelHome, con sede en Cataluña. Según fuentes próximas a los cazadores, el trayecto desde Lituania hasta Barcelona transcurrió con normalidad, pero la tragedia se desencadenó en el último tramo marítimo. Al parecer, el dueño de la compañía delegó la supervisión en su hijo en Barcelona, quien presuntamente olvidó activar el sistema de ventilación del vehículo antes de dejar a los perros desatendidos en la cubierta de carga del ferry. Se encuentran pendientes las autopsias de algunos de los animales fallecidos para confirmar la causa exacta de la muerte.
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La Federación Balear de Caza manifestó su “profunda congoja” en un comunicado el domingo, trasladando su apoyo a los dueños, “totalmente consternados”. La presidenta Marta Lliteres expresó que, para los cazadores, estos perros son “compañeros inseparables”, fruto de años de dedicación, respeto, confianza y afecto, y no meras herramientas de trabajo. La federación insistió en que los cazadores no tenían “ninguna responsabilidad” en los hechos, elogiando la elección de una empresa especializada para garantizar la “máxima seguridad y bienestar”. Se comprometió a colaborar plenamente con las autoridades, así como a velar por la transparencia y a acatar cualquier resolución judicial en caso de que se demuestre negligencia.
Por su parte, el partido animalista Pacma condenó el acontecimiento, calificándolo como una muestra más del “trato” que reciben los perros de caza, a los que se equipara con “instrumentos” desechables en lugar de con seres sintientes con derechos. En un comunicado, Pacma exigió que se depurasen responsabilidades e instó al gobierno balear del PSOE-Sumar a reformar la Ley de Bienestar Animal —que fue aprobada excluyendo a los perros de caza debido al *lobby* del sector cinegético— para que estos quedasen incluidos y se evitassen así futuros incidentes. “Mientras los perros de caza sigan fuera del amparo legal, continuarán siendo víctimas de una industria que los explota y descarta”, advirtió el colectivo. Pacma citó un estudio propio, basado en datos de un tercio de las protectoras de España, que revela que más de doce mil perros de caza fueron abandonados sólo en 2023.
El caso pone de manifiesto las profundas divisiones existentes en el debate español en torno al bienestar animal y las prácticas cinegéticas. Mientras los cazadores subrayan la existencia de un vínculo de cuidado, los activistas argumentan que la explotación sistémica aún persiste.
La investigación del Seprona prosigue, y se podrían imputar cargos por negligencia a la empresa de transporte. Los perros supervivientes se han recuperado, no obstante, el incidente evidencia la necesidad imperante de establecer una normativa más estricta en el transporte de animales y en la actividad cinegética.
