Nuevo plan urbanístico de Palomares reaviva el temor nuclear

Organizaciones medioambientales han advertido de que un desarrollo costero proyectado para construir 1.600 viviendas en Palomares, Almería, podría alterar el suelo radioactivo resultante del accidente nuclear de la Fuerza Aérea estadounidense en 1966, cuando cuatro bombas de hidrógeno cayeron en la zona.

Temores sobre la contaminación histórica

Los planes de construir aproximadamente 1.600 nuevas viviendas en la línea de costa de Palomares –la pequeña localidad almeriense marcada por un accidente nuclear de la Guerra Fría– han suscitado renovada inquietud entre científicos y ecologistas.

En 1966, dos aeronaves de la Fuerza Aérea de EE. UU. colisionaron en el aire, dispersando cuatro bombas de hidrógeno en la zona. Aunque ninguna detonó, las explosiones convenciales liberaron polvo de plutonio que contaminó parte del terreno. A pesar de varias operaciones de limpieza, persisten trazas de plutonio-239/240 y americio-241 en el suelo casi sesenta años después.

Lo Más Leído en Euro Weekly News

Ecologistas en Acción ha dado la voz de alarma sobre los movimientos de tierra para el nuevo proyecto urbanístico, advirtiendo que las excavaciones y el viento podrían resuspender las denominadas “partículas calientes” –minúsculos fragmentos de material radiactivo susceptibles de ser inhalados. “Las partículas de plutonio se desplazan con el viento,” señaló José Ignacio Domínguez, portavoz del colectivo, añadiendo que incluso una mínima alteración del terreno podría dispersar la contaminación más allá de las áreas valladas.

Los reguladores afirman que el riesgo está controlado

El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) emitió un informe a finales de octubre de 2024 en el que afirmaba no hallar “impedimentos radiológicos” para el desarrollo, siempre que todas las obras se coordinen con el CIEMAT, el organismo científico gubernamental responsable de la monitorización de Palomares.

LEAR  ¿Protestando contra la mano que nos alimenta?

Según el CSN, las muestras de aire, suelo y vegetación se mantienen dentro de “parámetros seguros,” y los terrenos vallados siguen controlados y supervisados. No obstante, los críticos sostienen que las garantías del consejo hacen poco por disipar la desconfianza arraigada. “No se trata de alarmismo,” argumentó Domínguez. “Se trata de precaución y transparencia.”

El informe del CIEMAT de 2023 confirma que aproximadamente 50.000 metros cúbicos de suelo permanecen contaminados en alrededor de 40 parcelas separadas. Estas áreas están incluidas en el próximo inventario nacional de suelos radiactivos de España –un registro creado bajo normativa europea para mejorar la supervisión de la contaminación histórica.

Por qué el americio importa ahora

Los científicos señalan que la radiactividad del suelo de Palomares no ha desaparecido; ha mutado. Un isótopo del plutonio se transforma lentamente en americio-241, un elemento altamente radiotóxico cuya actividad alcanza su punto álgido alrededor de 70 años después de su formación –lo que significa que las concentraciones podrían ser máximas a principios de la década de 2030.

“El incremento del americio es predecible,” explicó un reciente estudio del OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica). “Pero el riesgo depende de la exposición, no solo de la presencia.” Los expertos indican que la principal preocupación es la inhalación, no el contacto casual o el turismo, y que el monitoreo continuo es crucial a medida que avanza la reurbanización.

La limpieza diplomática aún sin resolver

A pesar de un acuerdo entre España y EE. UU. en 2015 para trasladar el suelo contaminado a emplazamientos de disposición estadounidenses, no se ha firmado ningún tratado vinculante. España renovó la petición en 2023, recibiendo al parecer una respuesta “positiva” de Washington, pero los progresos se han estancado entre cambios de administraciones.

LEAR  Christian Lee Hutson Anuncia 'Paradise Pop. 10 Deluxe', Comparte Nuevo Sencillo

Mientras tanto, Palomares permanece atrapada entre su pasado y su futuro –una tranquila comunidad costera enmarcada por su pasado infame. Para los residentes, la perspectiva de nuevas viviendas supone una oportunidad económica y optimismo; para los activistas, revive una cuestión perenne: ¿hasta qué punto limpio es lo suficientemente limpio?