En el sur de España, el reciclaje está adquiriendo una nueva dimensión que trasciende lo puramente medioambiental.
En Torrox, quince personas con discapacidad intelectual se están formando para otorgar una segunda vida a los residuos electrónicos.
El objetivo resulta doble: proteger el entorno, por supuesto, pero también brindar oportunidades laborales y dignidad a estos individuos.
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Se trata de una iniciativa impulsada por La Noria —el centro de innovación social de la Diputación de Málaga— en colaboración con la Fundación ”la Caixa” y la Asociación Taller de la Amistad. Una idea tan sencilla como poderosa: empleos verdes genuinamente inclusivos.
De residuo a empleo
El colectivo inició su curso de 380 horas en la antigua Escuela Taller de Torrox. Es un programa formativo integral que aúna teoría y práctica: aprenden a desmantelar, reciclar y reutilizar componentes de ordenadores, teléfonos y electrodomésticos antiguos.
Al finalizarlo, los participantes obtendrán una cualificación en gestión de residuos urbanos e industriales. Y, lo que es quizás más relevante, estarán preparados para incorporarse a empleos remunerados dentro del pujante sector de la economía verde.
La vicepresidenta Antonia Ledesma lo resumió con acierto: “Este proyecto consiste en modificar nuestra percepción de la sostenibilidad. Gira en torno a la inclusión, la dignidad y el cuidado de nuestro entorno”.
Un reto que vale la pena asumir
Según el Global E-waste Monitor 2024, España genera cerca de un millón de toneladas de residuos electrónicos anuales —aproximadamente 19,6 kilos per cápita—. No obstante, una gran parte aún acaba en vertederos.
Para Ledesma, proyectos como este materializan el cambio: “Abordamos una de las corrientes de residuos de crecimiento más acelerado, a la vez que generamos empleo real y local. Ese es el futuro al que deberíamos aspirar”.
Más que formación
Los alumnos reciben becas de transporte para garantizar que la distancia no suponga un obstáculo, un detalle sutil pero significativo en una zona rural donde la movilidad puede limitar las oportunidades. Lo que acontece en Torrox constituye un modelo de cómo la economía circular converge con la inclusión social.
En definitiva, no se trata solo de reciclar aparatos electrónicos, sino también de reciclar oportunidades.
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