Analicemos esto juntos. 💪✨
Ignorar los picos de insulina
El error: Pensaba que los "snacks saludables", como las barras de granola, los smoothies o un puñado de frutos secos, eran inofensivos. Pero provocaban que mi azúcar en sangre subiera y bajara como una montaña rusa. Cada pico disparaba la insulina, la hormona del almacenamiento de grasa, haciendo que perder peso fuera casi imposible.
La solución:
- Construye tus comidas en torno a proteína + fibra + grasas saludables para estabilizar el azúcar en sangre.
- Reduce los "carbohidratos desnudos" (pan, galletas, bebidas azucaradas) a menos que los combines con proteína.
- Intenta comer dentro de una ventana de 10-12 horas (ayuno intermitente suave) para ahorrar insulina.
Vivir bajo estrés constante (exceso de cortisol)
El error: Solía vivir a base de café, hacía constantes multitareas y forzaba mi cuerpo a pesar del agotamiento, creyendo que así era "productiva". El estrés crónico mantenía mis niveles de cortisol altos, lo que generaba antojos de azúcar, grasa abdominal y fatiga constante.
La solución:
- Sustituye el café por té verde o matcha para reducir los picos de cortisol.
- Incorpora pequeños descansos antiestrés a lo largo del día (respirar profundamente 5-10 veces, paseos cortos, escribir un diario).
- Duerme 7-8 horas — el cortisol se normaliza durante la noche.
Saltarse el entrenamiento de fuerza
El error: Hacía cardio interminable pero evitaba el entrenamiento de fuerza porque no quería volverme voluminosa. Resulta que el entrenamiento de fuerza mantiene tu metabolismo activo y ayuda a equilibrar hormonas como el estrógeno y la testosterona.
La solución:
- Levanta pesas (o haz ejercicios de fuerza con tu propio peso) 2-3 veces por semana.
- Enfócate en ejercicios compuestos (sentadillas, peso muerto, flexiones) que construyen músculo de manera eficiente.
- Más músculo = mejor control del azúcar en sangre + mayor pérdida de grasa.
Comer demasiado poco (desequilibrio de leptina y tiroides)
El error: Pensaba que comer menos era la solución. Pero la desnutrición crónica ralentizó mi tiroides, bajó mis niveles de leptina e hizo que mi cuerpo almacenara grasa desesperadamente.
La solución:
- Consume suficientes calorías – especialmente proteína (objetivo: aproximadamente 1,6–2,0 g por kg de peso corporal).
- Evita las dietas milagro. Tu cuerpo no es un problema matemático, es un laboratorio de química.
- Tras semanas de dieta, incluye siempre días de recarga (días con un ligero aumento de calorías).
Olvidar la salud intestinal
El error: No me daba cuenta de que un microbioma intestinal desequilibrado puede alterar el estrógeno, las hormonas tiroideas e incluso las señales de hambre. La hinchazón y la digestión lenta eran mis compañeras constantes.
La solución:
- Consume alimentos fermentados (yogur, kéfir, chucrut) y mucha fibra.
- Reduce los alimentos procesados que dañan la flora intestinal.
- Considera tomar un suplemento probiótico — pero céntrate primero en una dieta variada basada en alimentos reales.
Foto por Kimzy Nanney en Unsplash
Ignorar la perimenopausia y los cambios hormonales
El error: No pensé en la perimenopausia hasta que aparecieron los síntomas — sofocos, cambios de humor, aumento de peso rebelde — y me sentí fuera de control.
La solución:
- Registra tu ciclo (incluso en la perimenopausia) para notar cambios en el estado de ánimo, el hambre y la energía.
- Incluye grasas saludables (aguacates, aceite de oliva, pescado azul) para apoyar la producción de hormonas.
- Trabaja con un médico para controlar los niveles de tiroides, estrógeno, progesterona y testosterona — puedes necesitar un apoyo personalizado.
Conclusión
Tu cuerpo no está estropeado — simplemente te está dando feedback. Cuando empecé a equilibrar mis hormonas, perder peso se volvió casi sin esfuerzo. Tenía más energía, menos niebla mental y volví a sentirme yo misma.
Si has estado luchando, intenta abordar una de estas áreas a la vez. Los pequeños cambios se acumulan — y pronto verás cómo tus hormonas trabajan para ti, no en tu contra. 💕
Publicado por May Healthy Lifestyle
