Unos fósiles descubiertos recientemente en Kenia revelan que el *Paranthropus boisei*, que antes era visto como un simple comedor de plantas, tenia unas manos y pies sorprendentemente similares a los humanos—reescribiendo su lugar en la evolución humana. (CRÉDITO: Cicero Moraes / CC BY-SA 4.0)
Durante décadas, el *Paranthropus boisei*, un homínido temprano que habitó el este de África hace un millón de años, fue conocido por su mandíbula gigantesca y sus poderosos músculos para morder. Su dieta de hierbas toscas y juncos le valió el apodo de “Hombre Cascanueces”, pero el resto de su esqueleto era un misterio.
Ahora, unos fósiles excavados en la Cuenca de Turkana, Kenia, le están dando a los científicos su primera visión detallada de las manos y pies de este antiguo pariente—y revelan una especie mucho más hábil y terrestre de lo que nadie esperaba.
Una Pieza de un Rompecabezas de un Millón de Años
Entre 2019 y 2021, investigadores, dirigidos por la paleoantropóloga Carrie Mongle de la Universidad Stony Brook, descubrieron restos fósiles cerca de Koobi Fora en Kenia. Los huesos, etiquetados como KNM-ER 101000, tienen una antigüedad de aproximadamente 1.52 millones de años. Consisten en componentes de la mano y el pie que fueron encontrados juntos, junto con restos de cráneo y dientes claramente de *Paranthropus boisei*. Por primera vez, los científicos pudieron identificar con confianza que estas partes del cuerpo pertenecían a un mismo individuo.
Mapa satelital de la región de la Cuenca de Turkana que indica la ubicación geoespacial del sitio de excavación KNM-ER 101000. (CRÉDITO: Nature)
Hasta ahora, había un debate intenso sobre si esta especie, considerada durante mucho tiempo un pariente cercano del *Homo* temprano, usaba o fabricaba herramientas. La ausencia de huesos de la mano había mantenido la duda. Algunos asumían que todos los homínidos tempranos usaban herramientas; otros especulaban que *Paranthropus* podría ser una excepción. Con estos fósiles, esa duda se está desvaneciendo.
Una Mano Hecha para la Fuerza y la Habilidad
Cuando los científicos reconstruyeron la mano, encontraron una combinación interesante de rasgos. El pulgar era largo, como en los humanos actuales, para permitir movimientos precisos como pellizcar o agarrar objetos pequeños. Pero los huesos eran fuertes y robustos, como los de los gorilas. La articulación en la base del pulgar y los huesos de la muñeca eran extremadamente robustos, sugiriendo un agarre capaz de generar una presión increíble.
“La parte más sorprendente”, dijo Mongle, “fue la cantidad de formas en que esta mano se parecía a la nuestra”. Las proporciones—pulgar largo, dedos cortos y meñique flexible—indican la capacidad de agarrar objetos bien y moldearlos con precisión.
Pero la mano no era tan avanzada como la de las especies de *Homo* posteriores. Sus articulaciones sugieren que *P. boisei* quizás no podía desarrollar la misma precisión para hacer herramientas finas. Pero la capacidad física estaba ahí. La estructura de la mano “sugiere cierta capacidad de agarre que habría permitido el uso de herramientas”, cuyos movimientos eran “más funcionales que tecnológicos”, dice Samar Syeda del Museo Americano de Historia Natural.
Mano izquierda reconstruida de KNM-ER 101000. Vistas palmar (izquierda) y dorsal (derecha). (CRÉDITO: Nature)
Caminando Erguido en las Llanuras Africanas
Los fósiles de los pies, por ejemplo, en el caso de un dedo gordo sólido y un metatarsiano muy conservado, cuentan una historia diferente—una de marcha bípeda segura. El dedo gordo estaba angulado para impulsarse del suelo, con el mediopié mostrando una torsión estructural que apoyaba un paso fuerte y arqueado. Estos son signos de una criatura adaptada a caminar erguida en el suelo, aunque quizás todavía capaz de trepar un poco.
Con un arco bien definido y una superficie articular plana, este pie no era el de un habitante del bosque. En cambio, implica el de un homínido cómodo en la sabana, moviéndose entre áreas de comida o corriendo cerca de los lagos.
El hallazgo también redefine al *Paranthropus* como un simple comedor de plantas sin delicadeza. Sus manos robustas podrían haber tenido una multitud de usos más allá de comer plantas duras. Los investigadores creen que pudo haber empleado rocas para abrir semillas grandes o quitar cortezas, acciones que eran fuertes y sincronizadas.
Almudena Estalrrich del Museo Nacional de Ciencias Naturales de España señala que las marcas musculares en la mano “evidencian un uso intensivo, tanto para la locomoción como para la obtención de alimentos”. Eso sugiere que *P. boisei* era más versátil de lo que se pensaba, con fuerza física y manos ágiles.
Resumen de reconstrucciones del estado ancestral que destacan transiciones clave inferidas en la evolución de la mano homínida. (CRÉDITO: Nature)
Tierra Compartida con los Humanos Tempranos
Estos fósiles también confirman que *Paranthropus boisei* y el *Homo* temprano coexistieron hace más de un millón de años. Unas huellas anteriores dejadas en ceniza volcánica ya lo indicaban. Ahora, KNM-ER 101000 ofrece evidencia concreta de que estas dos especies—una herbívora y dependiente de la fuerza bruta, la otra usuaria de herramientas y que experimentaba con la carne—vivieron en el mismo planeta al mismo tiempo.
Adrián Pablos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de España explica que este hallazgo “cambió la perspectiva que teníamos de esta especie y nos permite pensar en ellos como más humanos y menos como otra cosa”. El descubrimiento desacredita la creencia de larga data de que el uso de herramientas o la habilidad manual era el sello que diferenciaba al *Homo* de otros homínidos.
Los fósiles también dan pistas sobre la naturaleza del último ancestro común de *Homo* y *Paranthropus*. Las proporciones de la mano muestran que los homínidos tempranos ya tenían pulgares grandes y agarres robustos antes de su separación evolutiva. *Homo* luego refinó estas características, desarrollando los sistemas avanzados de muñeca y dedos que serían necesarios para la fabricación de herramientas sofisticadas.
Elementos craneodentales diagnósticos de KNM-ER 101000 mostrados en posición anatómica contra una silueta del cráneo reconstruido OH 5. (CRÉDITO: Nature)
Para los científicos, el descubrimiento enfatiza cómo la evolución no siguió una línea recta de lo primitivo a lo avanzado. En cambio, fue una red complicada de ajustes—algunos compartidos, otros variables—que existieron simultáneamente en el tiempo y el espacio. “Lo que solía darse por sentado ahora ha sido puesto bajo un nuevo escrutinio con nuevos datos y métodos”, explicó Estalrrich.
Implicaciones Prácticas de la Investigación
Además de reescribir los libros de texto, el hallazgo de KNM-ER 101000 mejora nuestro conocimiento sobre lo que hace único al *Homo sapiens*. Demuestra que la destreza y el uso de herramientas no aparecieron de repente, sino que se desarrollaron gradualmente mediante la experimentación por parte de varias especies de homínidos.
Para la biología evolutiva y la antropología, el fósil proporciona una oportunidad inusual para observar cómo ocurrió la coevolución de la anatomía y el comportamiento—cómo una especie pudo evolucionar una economía de marcha terrestre y poder de manipulación sin haber perfeccionado aún la tecnología.
Finalmente, nos recuerda que la evolución humana fue una experiencia grupal, moldeada por numerosas manos antes que la nuestra.
Los hallazgos de la investigación están disponibles en línea en la revista Nature.
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