Un influencer británico es el último turista en asombrarse ante las sorprendentes similitudes entre una de las ciudades más ignoradas de Andalucía y la capital de Cuba.
No obstante, el ADN arquitectónico de esta antigua ciudad portuaria en la costa atlántica meridional de España fluye, en realidad, en sentido contrario: de La Habana a Cádiz.
Rob Adcock, con más de 40.000 seguidores en Instagram, llegó a Cádiz conociendo poco de sus 3.000 años de historia, pero le impactó inmediatamente su parecido con la capital cubana.
“Te sientes como un extra en un plató de cine”, comentó a sus seguidores. “Alguien me la describió como la Cuba de Europa, y no le faltaba razón”.
La comparación ha calado entre miles de viajeros que descubren las angostas calles empedradas, las coloridas fachadas coloniales y el impresionante paseo marítimo de la ciudad costera, características que reproducen casi a la perfección el famoso Malecón habanero.
Tanto es así que la playa de La Caleta en Cádiz sirvió de escenario para representar Cuba en la película de James Bond Muere otro día.
A menudo se ha comparado la arquitectura de Cádiz con la de La Habana, pero en realidad es al revés. Flickr
Pero, si bien las similitudes son innegables, la influencia arquitectónica viajó realmente de España a las Américas, y no al revés.
Cádiz mantuvo un virtual monopolio sobre el comercio con el Nuevo Mundo hasta 1778, lo que la convirtió en el principal puente entre España y sus territorios coloniales.
Esta posición de privilegio transformó a Cádiz en una de las ciudades más opulentas y cosmopolitas de España.
La Casa de Contratación –la institución que controlaba todo el comercio con las Américas– se trasladó de Sevilla a Cádiz en 1717, consolidando su estatus como el corazón comercial del imperio.
Muchos de los grandiosos palacios y casas señoriales que aún pueblan las plazas históricas de Cádiz se construyeron con fortunas amasadas gracias a este lucrativo comercio americano.
Cádiz alrededor del 500 d.C.
Los acaudalados mercaderes gaditanos no solo enviaban mercancías a través del Atlántico; exportaron toda una estética arquitectónica.
Cuando los emigrantes y comerciantes españoles se establecieron en La Habana y otras ciudades latinoamericanas durante el siglo XIX, llevaron consigo los estilos neoclásico y barroco que definían su ciudad natal.
La arquitectura cubana se convirtió en un reflejo de la de Cádiz, plagada de las mismas calles estrechas, balcones ornamentados y paseos costeros que caracterizan a la original andaluza.
La conexión entre ambas ciudades es tan profunda que oficialmente se hermanaron en 1998, reconociendo siglos de ADN cultural compartido.
Hoy en día, Cádiz ya no es sede de grandes comercios, pero el entusiasta elogio de Adcock subraya varias ventajas prácticas que la convierten en una alternativa ideal frente a destinos españoles más masificados.
Ayuntamiento de Cádiz
“Está justo al lado del mar, así que es un poco más fresca que otras ciudades de la zona”, explicó. “Además, no es cara. Es la combinación perfecta entre ciudad y playa”.
Le impresionó especialmente su tamaño manejable. “Puedes ir a todos lados a pie –nada queda demasiado lejos. No gasté ni un céntimo en taxis”, afirmó.
También destacó que el Aeropuerto de Jerez está a solo 4 libras en tren, y que se pueden encontrar vuelos por Skyscanner desde 34 libras, incluso en temporada alta de verano.
Más allá de los beneficios prácticos, Cádiz ofrece algo cada vez más raro en la España moderna: autenticidad sin las aglomeraciones turísticas.
Considerada la ciudad más antigua de Europa Occidental habitada de forma ininterrumpida, fue fundada por comerciantes fenicios como un puerto para acceder a metales preciosos como el oro, el estaño y la plata.
Cádiz solía ser la ciudad portuaria más importante de España –hoy aún alberga un astillero bullicioso
Los romanos la convirtieron posteriormente en una importante base naval, y para la época del censo de Augusto, Cádiz albergaba a más de 500 equites (ciudadanos adinerados de la clase alta)–una concentración solo equiparable a la de Padua y la propia Roma.
El Casco Antiguo de la ciudad, caracterizado por barrios antiquísimos como El Pópulo, La Viña y Santa María, presenta un marcado contraste con las zonas más modernas.
Enormes árboles, supuestamente traídos del Nuevo Mundo, medran en parques como el histórico Parque Genovés, mientras que la Torre Tavira del siglo XVIII sigue ofreciendo vistas panorámicas pese a su modesta altura de 45 metros–testimonio de un skyline medieval en gran parte inalterado.
Adcock calificó a Cádiz como una de las ciudades más infravaloradas de Europa, añadiendo que su “galería de fotos nunca había lució tan bien” tras su visita.
Su comparación con La Habana, aunque geográficamente invertida, capta una verdad esencial: ambas ciudades comparten un encanto costero atemporal y una belleza arquitectónica que trasciende los 7.400 kilómetros que las separan.
La única diferencia es que Cádiz escribió el plano original–y Cuba lo sigue fielmente siglos después.
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