Vehículos arrastrados y pueblos anegados bajo torrenciales diluvios por la tormenta Alice en España.

Los vehículos fueron arrastrados por las calles como si fueran juguetes, mientras se desplegaban helicópteros para rescatar a conductores atrapados, en el marco de las torrenciales lluvias que la borrasca Alice descargó sobre el levante español y las Islas Baleares.

Este virulento sistema meteorológico azotó el 12 y 13 de octubre, generando múltiples avisos por riesgo extremo e inundando las provincias costeras desde Castellón hasta Tarragona, para luego impactar con precipitaciones récord en Ibiza y Formentera.

En Ibiza, las Unidades Militares de Emergencia (UME) fueron movilizadas con bombas y camiones cisterna para despejar la carretera EI-800, que conduce al aeropuerto y quedó anegada. Imágenes aéreas mostraban a los efectivos drenando enormes acumulaciones de agua que habían cubierto por completo la calzada.

En el territorio peninsular, la situación fue igual de grave. La autovía A-7, una de las rutas más transitadas de España, quedó sumergida cerca de Vinaròs, en Castellón —una zona que aún se recuperaba de las inundaciones que asolaron Valencia el mes anterior.

En la provincia de Tarragona, la comarca del Montsià soportó lo peor del temporal. Poblaciones como Godall y Alcanar vieron cómo sus calles se transformaban en ríos, con coches volcados y viviendas inundadas tras superarse los 200 l/m² en apenas dos horas.

El barranco del Suis se desbordó entre La Ràpita y Alcanar Platja, enviando torrenteras de agua lodosa a través de calles residenciales. Los servicios de emergencia registraron 255 intervenciones en el sur de Tarragona, principalmente para rescatar automovilistas o achicar agua de edificios. Una estación meteorológica en Freginals llegó a registrar 280 mm, la mayor parte en cuatro horas.

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Imágenes con dron mostraron los daños en Alcanar, donde los vecinos señalaron que los avisos tempranos evitaron víctimas mortales, a pesar de las cuantiosas pérdidas materiales. La tormenta también golpeó las playas del Delta del Ebro, destrozando tramos de Les Delícies en La Ràpita y erosionando dunas ya debilitadas por temporales anteriores.

Los residentes expresaron hastío y desesperanza ante las recurrentes inundaciones otoñales. «Me desmoraliza pensar que el Mediterráneo será una bomba cada otoño», escribió uno.

Para el domingo, los cielos se habían despejado y las autoridades iniciaron la evaluación de daños. No obstante, los meteorólogos advirtieron de que este episodio se enmarca en una tendencia preocupante de DANAs cada vez más potentes, alimentadas por el aumento de la temperatura del mar Mediterráneo.