Las recientes precipitaciones en Mallorca —especialmente en la Serra de Tramuntana— han proporcionado un alivio mínimo a las mermadas reservas hídricas de la isla. A pesar de varios días de lluvia, los embalses que abastecen a Palma y otras zonas continúan en niveles inquietantemente bajos, lo que subraya el impacto persistente de la prolongada sequía.
De acuerdo con los últimos datos publicados por Emaya, los embalses de Gorg Blau y Cúber han incrementado su volumen conjuntamente en poco más de dos décimas de porcentaje durante la última semana, alcanzando un total del 26,02%. Este leve aumento pone de manifiesto el limitado efecto de las recientes lluvias en la recarga de los principales acuíferos insulares.
Estas cifras son particularmente preocupantes en pleno otoño y con la proximidad del mes de noviembre. La cifra actual supone un incremento de solo un 0,25% en comparación con el 25,77% registrado el 6 de octubre —una mejora insignificante que no mitiga los crecientes temores sobre la escasez de agua de cara al invierno.
Analizando cada embalse por separado, Gorg Blau ha experimentado un leve aumento en su capacidad, pasando del 25,56% la semana pasada al 26,09% —aproximadamente un cuarto de su volumen total. Por el contrario, Cúber ha registrado un ligero descenso, reduciéndose del 26,09% al 25,89%. Esta mínima variación refleja el frágil equilibrio de las reservas hídricas insulares, que siguen dependiendo en gran medida de precipitaciones constantes.
Los intensos y secos meses estivales han sometido a la infraestructura hídrica de la Tramuntana a una severa presión, dejando señales visibles de estrés en el paisaje. Hace apenas unas semanas, extensas áreas del lecho de los embalses estaban al descubierto, revelando unos niveles críticamente bajos. A la espera de nuevas precipitaciones en los próximos días, persiste la esperanza de que la tan ansiada recuperación llegue por fín antes de que la situación se deteriore aún más.