La temporada alta de turismo en Mallorca toca a su fin. Las aerolíneas adoptarán sus horarios de invierno a finales de octubre, habiéndose reducido el número total de plazas previstas para Palma en un nueve por ciento y el de vuelos en un 13% hasta finales de marzo.
La Federación de Hoteliers de Mallorca prevé que alrededor de un 20% de los hoteles permanecerán abiertos todo el año, señalando a Palma y Sóller como las localidades que más tarde cerrarán y antes abrirán. En términos generales, la federación destaca una prolongación de la temporada, aunque solo hasta mediados de noviembre. Algunos hoteles sí permanecen abiertos hasta entonces, y lo vienen haciendo desde antes de la pandemia. Fuera de las zonas turísticas, muchos establecimientos del interior son anuales, si bien el volumen de turistas es muy reducido; se trata de hoteles de pequeña dimensión.
El sector complementario de restauración, comercio y ocio nocturno afronta con cierta inquietud una temporada baja que sucede a una temporada alta caracterizada por un bajo gasto turístico.
Jordi Mora, presidente de la federación Pimem de pequeñas y medianas empresas, afirma que numerosos pequeños negocios encuentran dificultades para cuadrar las cuentas. “Los impuestos son extraordinariamente elevados y las cotizaciones a la Seguridad Social han aumentado significativamente en los últimos años, al igual que el salario mínimo –que ha subido más de un 50% en seis años.”
El presidente de la asociación de restaurantes de Pimem, César Amable, explica que lo habitual es cerrar anticipadamente tras una temporada floja. “Quizá algunos se fuercen a mantenar abiertos más tiempo, pero eso conlleva un riesgo, pues no se puede asumir los costes de apertura y tener a los camareros sin actividad si no hay ingresos”. Juanmi Ferrer, de la Asociación de Restauración de CAEB, considera que mantenerse abierto “no sería lo más prudente”.
No obstante, como es habitual, esto puede depender de la ubicación y de las expectativas de negocio no turístico. Fuera de los núcleos de costa, los restaurantes sí permanecen abiertos, e incluso en las zonas turísticas existen algunos establecimientos con actividad anual, salvo quizá por un mes de vacaciones. Generalmente, se puede contar con que la época navideña genere un negocio decente.
En lo que al ocio nocturno se refiere, desde septiembre muchas discotecas han cerrado entre semana y abren unicamente los fines de semana. El presidente de la asociación de ocio nocturno ABONE, Miguel Pérez-Marsà, señala: “Dependemos cada vez más de los turistas y menos de los residentes, porque estos no gastan. La estrategia empresarial consiste en minimizar los periodos de actividad durante la temporada baja. No esperamos que el gasto sea significativo, a excepción de algunas festividades concretas.”
Para los minoristas, en especial los pequeños, se trata de un escenario ya conocido. Joana Manresa, de la asociación Afedeco, califica la temporada de invierno como un “verdadero desafío” debido al enorme descenso de turistas a partir de noviembre. El Black Friday, la Navidad, las rebajas de enero; todos ellos son momentos cruciales.