En las últimas dos décadas, hemos visto como la tecnología ha transformado fundamentalmente la forma en que las industrias escalan y ofrecen valor. Las plataformas empresariales ahora sirven a millones de usuarios simultaneamente. El comercio minorista se personaliza en tiempo real. La educación ha evolucionado desde aulas fijas a entornos de aprendizaje flexibles y autodirigidos. Y, aun así, con todos estos avances, la atención de la salud mental sigue anclada a un modelo heredado —uno que se resiste a la escalabilidad, lucha por adaptarse y a menudo no logra conectar con las personas en su realidad cotidiana.
Hemos logrado avances importantes en acceso y asequibilidad, pero la estructura misma de la atención ha permanecido prácticamente inalterada. El modelo predominante —definido por citas semanales estandarizadas— no se alínea con la forma en que las personas viven y con la manera en que sanan. Y hasta que no evolucionemos esa base, los esfuerzos por mejorar solo el acceso no serán suficientes.
La verdadera limitación no es el acceso. Es la frecuencia.
La atención de salud mental hoy en día es en gran medida episódica. Un paciente se reúne con su terapeuta durante 50 minutos y, luego —a menos que haya una crisis— recibe poco o ningún apoyo estructurado hasta la próxima sesión, que suele ser una semana o más después. Mientras tanto, la vida sucede. El estrés se acumula. Los patrones resurgen. La claridad se desvanece. En el mejor de los casos, una persona podría recibir 52 horas de apoyo terapéutico al año —una semana laboral para procesar la complejidad completa del ser humano.
Esta frecuencia no solo es anticuada, sino que está fundamentalmente desalineada con la naturaleza de la salud mental. La sanación no es lineal, ni se confina a horarios programados. Es continua, contextual y profundamente personal.
Un cambio hacia la continuidad, la inteligencia y la personalización
Para escalar de manera significativa la atención de salud mental —y mejorar los resultados en el proceso— debemos ir más allá de las rígidas limitaciones del cuidado episódico y avanzar hacia un modelo que sea continuo, inteligente y adaptable a las necesidades individuales.
Este próximo capítulo de la atención ya está comenzando a tomar forma:
1. Facilitar la participación continua entre sesiones – En lugar de depender exclusivamente de citas semanales, las personas deberían tener formas estructuradas y sencillas de mantenerse comprometidas con su proceso terapéutico entre sesiones. Esto podría incluir preguntas reflexivas, ejercicios recomendados por el terapeuta o breves chequeos de progreso—interacciones que refuercen la responsabilidad y la integración sin aumentar la carga clínica. Estos momentos ayudan a mantener el impulso y hacen que la atención se sienta más presente en la vida diaria, en vez de algo en lo que se entra y sale.
2. Usar la IA para amplificar —no reemplazar— la relación terapéutica – Las herramientas de IA que extienden el poder de la terapia más allá de la sesión —herramientas desarrolladas con experiencia clínica y de IA conjuntamente— son integrales para la siguiente fase de la salud mental. Las capacidades pueden ser ilimitadas; he aquí algunos ejemplos: resúmenes revisados por el terapeuta después de cada cita para reforzar temas clave, objetivos semanales y recursos personalizados. También existen asistentes de chat respaldados científicamente que ayudan a los pacientes a procesar emociones y sentirse apoyados entre visitas. Por último, la preparación para las sesiones permite a las personas clarificar en qué quieren centrarse antes de su próxima cita —reduciendo la ansiedad y ayudándoles a llegar más centrados e intencionados.
Para los profesionales, la integración de IA puede transformar el audio de la sesión en documentación editable y lista para seguros, ahorrando tiempo mientras se preserva la voz clínica. Todas estas herramientas deben ser totalmente compatibles con HIPAA, de doble encriptación y construidas con estrictos protocolos de privacidad y eliminación para proteger la confidencialidad del paciente. En conjunto, forman un sistema de ciclo cerrado que profundiza la conexión, reduce la fricción administrativa y asegura que el poder de la terapia se extienda más allá de los 50 minutos de sesión hacia todos los momentos en que nuestros clientes necesitan apoyo.
3. Crear modelos de atención que sean flexibles por diseño – Así como la educación de posgrado ha evolucionado para incluir aprendizaje asíncrono y diseño de cursos modular, la salud mental debe ofrecer una estructura más flexible que se adapte a las realidades de la vida moderna. Algunas personas pueden beneficiarse de chequeos más frecuentes y cortos. Otras pueden necesitar ajustar la frecuencia según momentos de mayor estrés o transición.
La flexibilidad no significa inconsistencia—significa personalización. Cuando la atención puede adaptarse para conectar con alguien en el momento preciso, se vuelve más relevante, más sostenible y más propensa a generar un impacto duradero.
De la digitalización a la inteligencia
La primera generación de plataformas digitales de salud mental eliminó barreras como el estigma y el costo. Ese trabajo fue esencial. Pero la siguiente evolución no se trata de añadir más portales o digitalizar más formularios —se trata de incorporar inteligencia al mismo modelo de atención. Eso significa construir sistemas que se adapten en tiempo real, aprendan de los patrones de interacción y apoyen tanto a los profesionales como a los pacientes con información procesable.
Las aseguradoras están empezando a reconocer que la atención impulsada por la tecnología y centrada en resultados no solo mejora la experiencia y la retención —también reduce costos. Y a medida que el potencial de la IA continúa madurando, la capacidad de ofrecer una atención más personalizada y eficiente a gran escala se acelerará.
La atención humana, evolucionada
No se trata de reemplazar a los terapeutas con máquinas. Se trata de crear la infraestructura para que la atención de alta calidad pueda escalar —de forma inteligente, ética y humana. Se trata de usar la tecnología para expandir el alcance de la relación terapéutica, no para disminuirla.
El modelo de sesión semanal cumplió un propósito al llevar la salud mental a la corriente principal. Pero ya no refleja lo que la gente necesita ni lo que es posible.
Para estar a la altura del momento, necesitamos un modelo de atención diseñado para la vida real —uno que se adapte, se integre y apoye la sanación tal y como realmente ocurre.
Así es como escalamos. Y así es como ayudamos a más personas a mejorar de verdad.
Crédito de la foto: Olga Strelnikova, Getty Images
Mark Frank es el Director Ejecutivo y Cofundador de SonderMind, un líder en atención de salud mental integral y personalizada. Desde que fundó la empresa en 2015, Frank se ha dedicado a hacer que el apoyo de salud mental de alta calidad sea más accesible y asequible. Bajo su liderazgo, SonderMind se ha expandido a nivel nacional y ha crecido hasta convertirse en una de las mayores empresas tecnológicas de salud mental en los Estados Unidos, con una valoración superior a los mil millones de dólares. La compañía ofrece atención tanto presencial como virtual para servicios de terapia y psiquiatría, potenciados por herramientas de IA que ayudan a emparejar a las personas con el profesional adecuado y a apoyar una atención personalizada.
Frank sirvió como Capitán en el Ejército de los EE. UU. durante cinco años antes de transitar a roles de liderazgo en el sector de la banca de inversión y la salud. Posee una Licenciatura en Ciencias de la Computación de la Academia Militar de los Estados Unidos en West Point y un MBA de la Kellogg School of Management de la Universidad Northwestern.
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