Presidente de OpenAI promueve visión de 10 mil millones de GPUs ignorando las inimaginables demandas eléctricas para alimentar sueños infinitos de IA

OpenAI imagina un futuro con GPUs personales, similar al sueño de Bill Gates de una computadora en cada escritorio

Diez mil millones de GPUs saturarían las redes eléctricas, que ya tienen problemas para satisfacer la demanda.
Alimentar miles de millones de GPUs en centros de datos requeriría electricidad a nivel de petavatios.

El presidente de OpenAI, Greg Brockman, ha descrito un futuro en el que las herramientas de IA funcionan constantemente, incluso cuando los usuarios estan dormidos.

En una entrevista con CNBC junto al CEO de Nvidia, Jensen Huang, y el CEO de OpenAI, Sam Altman, Brockman dijo que el mundo eventualmente necesitará "10.000 millones de GPUs" para mantener esta visión.

Él presentó esta demanda como parte de una trayectoria más amplia en la que "la economía funciona con potencia de cálculo", sugiriendo que los recursos computacionales podrían volverse tan centrales como la moneda.

GPUs dedicadas para todos

Brockman fue más allá, argumentando que "realmente quieres que cada persona tenga su propia GPU dedicada".

La idea recuerda a ambiciones tecnológicas anteriores, como la predicción de Bill Gates en los años 90 de una computadora en cada escritorio.

En ese entonces, la idea fue tanto celebrada como ridiculizada, pero hoy los dispositivos informáticos se han vuelto casi ubicuos.

La visión de Brockman de una GPU para cada individuo se enmarca en ese linaje, aunque los críticos pueden preguntarse si la comparación es prematura, considerando las limitaciones de recursos globales.

Si bien Nvidia se ha convertido en el proveedor indiscutible de hardware de GPU para modelos de IA a gran escala, las cifras que se manejan son asombrosas.

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Altman comparó la asociación entre Nvidia y OpenAI con el programa Apolo, citando su escala sin precedentes.

Sin embargo, en estas proyecciones falta cualquier discusión detallada sobre la huella energética que demandaría esta infraestructura.

Brockman también habló de una futura "escasez de capacidad de cálculo", insinuando que el suministro de GPUs podría convertirse en un cuello de botella global.

El papel de los productos de Nvidia ya ha entrado en un terreno geopolítico delicado, especialmente en las disputas comerciales entre Estados Unidos y China.

Si las GPUs se convierten en unidades económicas de facto en una economía impulsada por la computación, esta escasez podría profundizar las tensiones tanto de mercado como diplomáticas.

Aunque la retórica sobre la IA que siempre funciona y los sistemas autónomos es grandiosa, la viabilidad sigue siendo incierta.

Un sistema que otorgue a cada persona una GPU dedicada tensaría la capacidad de fabricación, la producción de energía y los canales de distribución.

Sin respuestas claras a estos desafíos, la visión corre el riesgo de sonar menos como una hoja de ruta y más como una propuesta aspiracional.