Los mercados avalan con su respaldo a la ‘dama de hierro’ proestímulo de Japón

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Los mercados japoneses acaban de coronar a un nuevo favorito, y no se trata de una empresa, sino de una mujer.

Las acciones alcanzaron máximos históricos el lunes después de que Sanae Takaichi asumiera el liderazgo del Partido Socialdemócrata Tolerante, situándola en la antesala de convertirse en la primera mujer primera ministra de Japón.

El Nikkei 225 se incrementó casi un 5%, superando la barrera de los 47.000 puntos por primera vez en su historia, ya que los inversores anticipan que Takaichi redoblará las políticas económicas conocidas como ‘Abenomics’.

Concebida por el ex primer ministro Shinzo Abe, esta visión de corte empresarial prioriza el estímulo fiscal expansivo y los tipos de interés reducidos.

Takaichi no ha disimulado su admiración por la ex primera ministra británica Margaret Thatcher ni su convicción en un gasto estatal agresivo para dinamizar al sector privado.

Los operadores apuestan a que Takaichi impulsará un gasto público sustancial y evitará que el Banco de Japón suba los tipos demasiado rápido. La perspectiva de una moneda más laxa y mayor liquidez estatal impulsó las acciones el lunes, pero también deprimió el valor del yen.

La divisa cayó a un mínimo récord frente al euro y se depreció casi un 2% frente al dólar, una consecuencia directa de la política monetaria persistentemente laxa de Japón.

Exportadores, firms de capital inmobiliario y contratistas de defensa se vieron reforzados, con la expectativa de que un yen más débil incremente sus beneficios en el exterior.

Un yen débil es… ¿beneficioso?

Cuando un país estimula su economía pero mantiene tipos de interés inferiores a los de sus homólogos, su moneda tiende a depreciarse, a medida que los inversores trasladan su capital a plazas que ofrecen mayores rendimientos.

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Para Japón, un yen más débil constituye un arma de doble filo. Abarata las exportaciones en el extranjero, beneficiando a fabricantes de automóviles, productores de maquinaria y tecnología, así como al sector turístico.

Pero también encarece las importaciones, desde el petróleo hasta los alimentos, bienes de los que dependen los hogares japoneses y las pequeñas empresas. Las subidas de precios pueden erosionar silenciosamente el nivel de vida, especialmente cuando los salarios no logran seguir el ritmo.

Para un país que ya lidia con décadas de lento crecimiento de la demanda interna, una moneda débil podría actuar como un estímulo efímero que genere problemas a medio plazo.

Por otro lado, la depreciación del yen resulta sumamente atractiva para los inversores globales, puesto que los activos japoneses se abaratan relativamente.

Además de estas consideraciones, Japón es una de las mayores fuentes de capital a nivel mundial, con sus fondos de pensiones, aseguradoras y bancos invirtiendo billones en el extranjero.

Cuando el yen se debilita, estos actores pueden repatriar capital o cubrir sus riesgos de modo diferente, lo que altera los mercados globales de bonos y divisas.