En la esquina roja se encuentran los hoteleros; en la azul, el resto de la industria turística, y todo apunta a que se avecina una batalla campal este invierno. Los primeros disparos ya se han efectuado.
Bares y restaurantes se han quejado de que los precios hoteleros más elevados implican que el turista dispone de menos dinero para gastar, a lo que los hoteleros replicaron esta semana arguyendo que dichos establecimientos deberían invertir en sus negocios y, entonces, también podrían incrementar sus tarifas.
A decir verdad, los hoteleros sí han invertido en sus empresas a lo largo de los años y la mayoría ostentan ahora la categoría de cuatro estrellas. Los restauradores también han hecho desembolsos, aunque insuficientes según el criterio hotelero. ¿Quién prevalecerá? Obviamente los hoteleros, pues sin hoteles la industria turística local no resulta operational.
Quizás se requiera un diálogo entre los dos bandos en pugna, pero el sector turístico local está en evolución. He percibido un incremento considerable en los precios de los restaurantes durante los últimos años. Se ha vuelto tan acusado en algunas zonas que tanto residentes como visitantes han optado por otros destinos.
Instaría a los restaurantes de la zona a servir más platos autóctonos utilizando productos mallorquines y a intentar mantener las tarifas bajo control. Todo el mundo aprecia una pizza, pero esta puede encontrarse en cualquier lugar y a cualquier precio. La gastronomía local podría enriquecer la experiencia vacacional en su conjunto.
