Los viajeros británicos se enfrentarán a la toma de huellas dactilares, fotografías y preguntas vinculantes en las fronteras de la UE a partir de octubre, una vez que entre en vigor el nuevo Sistema de Entrada y Salida (EES) el próximo 12 de octubre.
Este sistema digital será aplicable a todos los ciudadanos no comunitarios que ingresen en el espacio Schengen, incluídos los titulares de pasaporte británico, aunque su implantación será gradual durante un periodo inicial de seis meses.
Sustituirá el familiar sello manual por una base de datos centralizada de la UE que registrará las entradas y salidas.
En una demostración grabada para The Independent, el corresponsal de viajes Simon Calder mostró al detalle cómo funcionará el proceso.
Los pasajeros deberán colocar primero su pasaporte en la pantalla de un quiosco, que verifica el documento antes de indicarles que lo retiren.
A continuación, se toma una fotografía en directo –’arreglaos, nada de sonreír’, bromea Calder– mientras unas luces verdes indican que se ha realizado con éxito. Acto seguido, se solicita a los viajeros que presionen los cuatro dedos de su mano derecha en un lector biométrico hasta que el sistema capture las impresiones.
Y entonces comienzan las preguntas.
El quiosco consulta si el pasajero dispone de prueba de alojamiento, con las opciones ‘sí’, ‘no’ o ‘no lo sé’.
Calder señala que, según la normativa Schengen, la respuesta correcta debe ser ‘sí’, aunque muchos turistas no tengan claro dónde se alojarán.
Una segunda pregunta se refiere al viaje de regreso, pero Calder subraya que la ley exige en realidad una prueba de salida del espacio Schengen, no necesariamente un vuelo de vuelta al país de origen.
También se pregunta a los viajeros si disponen de fondos suficientes para su estancia y si cuentan con seguro médico.
Calder observa que, técnicamente, todos los ciudadanos británicos en Francia están cubiertos por la Tarjeta Sanitaria Global, si bien la pregunta del quiosco parece formulada en términos más restringidos.
Advierte que estas respuestas son vinculantes y podrían ser verificadas por un agente. “Puede que se les solicite presentar pruebas”, afirma, recordando a los espectadores que no se trata de un mero trámite.
Una vez completado el cuestionario, la máquina muestra un mensaje en el que se insta a los pasajeros a preparar su documentación y dirigirse a un punto de cruce fronterizo.
Calder deja claro que esto no supone el final del proceso.
Los viajeros aún deberán presentar su pasaporte a un agente o en una puerta electrónica, y durante al menos seis meses también recibirán el sello manual en sus documentos.
Calder lo describe como una ‘doble burocracia’, y pronostica colas más largas durante la fase de adaptación al sistema.
La UE afirma que, una vez completada la implantación –prevista para abril de 2026–, los sellados quedarán completamente eliminados.
Tras el registro inicial, los siguientes cruces deberían ser más rápidos, basándose en el reconocimiento facial en lugar de repetir la toma de huellas, a menos que se haya renovado el pasaporte o hayan transcurrido largos intervalos entre entradas.
Los responsables arguyen que el nuevo sistema reforzará la seguridad, reducirá el fraude y garantizará que los visitantes cumplan con los 90 días permitidos dentro de cualquier periodo de 180 días.
No obstante, los críticos temen un caos en aeropuertos como los de Málaga y Alicante, cuando millones de turistas y expatriados se topen con estos quioscos desconocidos durante la temporada alta de viajes.
Los guardias fronterizos también tendrán que lidiar con problemas técnicos iniciales y con viajeros que no lleven consigo la documentación adecuada.
Se insta a los expatriados que residen en España a que viajen preparados. Llevar consigo prueba de alojamiento, un billete de salida de Schengen, seguro de viaje y evidencia de fondos podría ser crucial para evitar retrasos.
La UE ha advertido de que resultará mucho más fácil detectar las estancias que excedan el límite una vez que el EES esté operativo.
Una frontera que se librará del sistema, al menos por ahora, es la de Gibraltar.
En la frontera terrestre del Peñón con España no se activarán en octubre los quioscos ni los controles biométricos –que ya están instalados–, aunque las autoridades han dejado abierta la posibilidad de incluirlos posteriormente.
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