En un giro sorprendente para los amantes de los animales de compañía que viajan, Italia se ha convertido en el primer país de Europa en permitir que perros de todos los tamaños vuelen en la cabina de los vuelos comerciales, planteando la cuestión: ¿Podría esto sentar un precedente global para los viajes aéreos pet-friendly?
A partir del 23 de septiembre, la Autoridad de Aviación Civil italiana (ENAC) ha implementado normativas que permiten a perros medianos y grandes (de más de 10 kg) viajar en cabina junto a sus dueños, poniendo fin a la era del traslado de mascotas de mayor tamaño en la bodega. El ministro de Transportes, Matteo Salvini, anunció el cambio en la Cumbre Italiana de Mascotas 2025; la política fue celebrada con un vuelo inaugural de ITA Airways desde Milán a Roma. Los perros deben transportarse en transportines certificados, sujetos a un asiento comprado, para cumplir con los estándares de seguridad y los límites de peso (aproximadamente 84 kg en conjunto con el equipaje). Esto garantiza tanto el confort de la mascota como la seguridad del resto de pasajeros, con aerolíneas como ITA Airways requiriendo reserva anticipada para gestionar la disposición de asientos. La medida responde a la largamente expresada preocupación sobre los riesgos de estrés indebido, lesiones y ocasionalmente fallecimientos asociados con el viaje en bodega, lo que constituye un gran triunfo para los defensores del bienestar animal.
Los pasajeros caninos en cabina generan inquietudes
No obstante, la política ha suscitado inquietudes entre algunos pasajeros. Los críticos se muestran preocupados por las posibles molestias, como ladridos o gemidos, que podrían alterar la tranquilidad de la cabina, especialmente en vuelos de larga duración. Un perro de gran tamaño que sufra pánico o se vuelva incontrolable podría plantear riesgos de seguridad, potencialmente obstruyendo los pasillos durante emergencias o desencadenando reacciones alérgicas en pasajeros sensibles. Las limitaciones de espacio son otro problema, ya que los transportines para razas gigantes como los Gran Danés podrían invadir los asientos contiguos, generando dudas sobre el precio de los billetes y la equidad.
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Las preocupaciones sobre higiene, como la muda de pelo o pequeños accidentes, también podrían complicar el mantenimiento de la cabina, dejando a las aerolíneas la tarea de equilibrar estos posibles inconvenientes con estrictos estándares para los transportines y evaluaciones del temperamento para minimizar las disruptiones caninas, mientras que la logística para acomodar la diversidad de tamaños de perro sigue siendo compleja.
Una primicia en pasajeros caninos aéreos en Italia
A nivel global, la política italiana es una suerte de primicia. La mayoría de los países, incluidos Estados Unidos, Canadá y gran parte de la Unión Europea, restringen las mascotas en cabina a perros pequeños (menos de 8-10 kg) en transportines bajo el asiento. Por ejemplo, aerolíneas como American, Delta y Air Canada cobran entre $95 y $200 por mascotas pequeñas, pero exigen que las de mayor tamaño viajen en la bodega, a excepción de los perros de servicio entrenados, que no enfrentan restricciones de tamaño. El Reino Unido y Australia son aún más estrictos y prohiben todas las mascotas que no sean de servicio en las cabinas debido a normativas de bioseguridad y rabia. La permisividad italiana con perros grandes en asientos comprados es un hecho sin precedentes.
Si el cambio resulta exitoso, la política de Italia podría inspirar a otras naciones y aerolíneas a repensar los viajes con mascotas, especialmente ahora que la tenencia de animales de compañía está en aumento y la ley en cada vez más países comienza a tratar a los perros como un miembro más de la familia. La visión más amplia de Salvini, que también incluye protocolos para mascotas en el lugar de trabajo y penas más estrictas por abandono animal, señala un cambio cultural hacia la integración de las mascotas en la vida cotidiana.
