La lección de este verano: no subir los precios.

Las autoridades locales han entrado en un estado de máxima actividad para intentar explicar el por qué del considerable descenso del turismo alemán en Mallorca. De hecho, en julio cayó un ocho por ciento y podríamos asistir a una bajada similar en agosto. La excusa principal es que algunos alemanes encuentran la isla cara y se decantan por destinos más económicos en otros lugares.

Otra razón reside en que la economía alemana está en recesión. Una caída del ocho por ciento, cuando se trata de un mercado que se mide en millones, es significativa; y si persiste, el anhelo de algunos de tener menos turistas en la isla podría hacerse realidad.

El problema, en mi opinión, es que nadie contempló la posibilidad de que el mercado alemán flaqueara. La teoría era que los alemanes siempre vendrían a Mallorca. Este año no ha sido así. Teniendo esto en cuenta, quizá no fue la mejor idea por parte de los hoteleros y dueños de restaurantes y bares locales subir sus precios, sumándose a los notables aumentos ya anunciados para 2023.

Algunos mallorquines desean menos turistas, pero dudo que muchos pensaran que serían los alemanes quienes disminuyeran. Son malas noticias y las campanas de alarma sonarán en la conselleria de turismo. Aunque un número considerable de personas quiere menos turistas, no desean que ello afecte a sus ingresos; pero como bien se sabe, no se puede tener la torta y comérsela too.

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