Ferguson había reconocido previamente haber recibido 15.000 libras de Epstein. Crédito de la foto: Everett Collection/Shutterstock
Sarah Ferguson, la Duquesa de York, ha enfrentado un considerable rechazo por parte de varias organizaciones benéficas del Reino Unido tras salir a la luz un correo electrónico de 2011 en el que describía al delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein como un “amigo supremo”. Dicho correo contradice sus declaraciones públicas previas, en las que se distanciaba de Epstein, y ha reavivado el escrutinio sobre sus pasadas asociaciones. En la correspondencia, Ferguson expresaba pesar por sus comentarios anteriores mientras elogiaba el apoyo de Epstein, describiéndolo como “firme” y “generoso”. Sus representantes afirmaron que el correo fue enviado bajo asesoramiento legal para abordar posibles amenazas de difamación por parte de Epstein.
Como consecuencia de esta revelación, al menos seis organizaciones benéficas han puesto fin a sus relaciones con Ferguson. Entre ellas se incluyen el Teenage Cancer Trust, el hospicio infantil Julia’s House, la Natasha Allergy Research Foundation, Prevent Breast Cancer, the Children’s Literacy Charity y la British Heart Foundation. Cada organización subrayó lo inapropiado de su asociación con Epstein como motivo para la ruptura. Julia’s House declaró que era “inadecuado” que Ferguson continuara como patrona a la luz de la nueva información, mientras que la Natasha Allergy Research Foundation calificó el correo como “perturbador” y concluyó que mantener la relación ya no era aceptable. Otras entidades también expresaron su preocupación ante la posibilidad de que su participación continuada pudiera socavar su credibilidad y misión.
Ferguson había admitido con anterioridad haber recibido 15.000 libras de Epstein, refiriéndose a ello como un “error de juicio gigantesco”. Se disculpó públicamente y prometió cortar toda relación con él. A pesar de esto, el correo electrónico filtrado sugiere que Ferguson pudo haber mantenido cierto grado de contacto con Epstein después de haberse distanciado públicamente. La divulgación ha generado nuevas preguntas sobre su juicio, transparencia y las responsabilidades de las figuras públicas que ocupan cargos en el ámbito benéfico.
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El escándalo que rodea a Ferguson guarda paralelismos con controversias anteriores involucrando a su exmarido, el príncipe Andrés. Éste enfrentó un significativo escrutinio público y fue despojado de sus deberes reales debido a sus vínculos con Epstein. La situación de Ferguson ha centrado la atención en los desafíos que las organizaciones benéficas afrontan al evaluar las asociaciones de sus patronos de alto perfil. Se espera cada vez más que las organizaciones actúen con rapidez cuando salen a la luz revelaciones sobre relaciones o conductas inapropiadas, especialmente cuando la confianza pública y las campañas de recaudación de fondos podrían verse afectadas.
Hasta el momento, Ferguson no ha realizado comentarios públicos sobre las decisiones tomadas por las organizaciones benéficas. La situación permanece fluida, y se anticipan nuevos desarrollos a medida que tanto el público como las entidades benéficas sigan valorando las implicaciones de sus conexiones pasadas. Este episodio sirve como recordatorio de los riesgos reputacionales potenciales para las organizaciones que colaboran con figuras públicas y subraya el debate más amplio sobre la rendición de cuentas, la ética y la responsabilidad en las relaciones de alto perfil. Esta controversia ha planteado nuevamente cuestiones sobre cómo las acciones pasadas y las comunicaciones privadas pueden afectar los roles públicos y el compromiso benéfico, particularmente cuando involucran a figuras controvertidas. Para las organizaciones implicadas, las decisiones de romper lazos subrayan la importancia de salvaguardar su reputación y garantizar la coherencia con sus estándares éticos.
