¿Noruega está haciendo «greenwashing» con su política de coches eléctricos?

Noruega, el epítome global de la sostenibilidad medioambiental, se enfrenta a una paradoja que ha suscitado durísimas críticas: sus estrictas políticas ecológicas, como la adopción de vehículos eléctricos (EV) en casi un cien por cien, se financian con sus masivas exportaciones de petróleo y gas. Los críticos arguyen que esto es simple *greenwashing* y que convierte sus objetivos climáticos en un artificio de relaciones públicas.

Mientras el país lidera la innovación verde, su expansión en combustibles fósiles, que produjo 2 millones de barriles diarios de crudo en 2023, ha generado cuestionamientos sobre una supuesta hipocresía por parte de ambientalistas, analistas y medios internacionales.

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La extensa riqueza de Noruega, con un PIB per cápita de 86.000 dólares y un fondo soberano de 1,8 billones, proviene en gran medida de sus yacimientos de petróleo y gas en el Mar del Norte, que la convierten en el mayor productor europeo de fósiles. Los ingresos de estos fondos subvencionan los EV, una red eléctrica 98% renovable (mayoritariamente hidroeléctrica) y políticas que buscan ventas de coches nuevos con cero emisiones antes de 2026.

El consumo doméstico de gasolina y diésel se redujo un 12% entre 2021 y 2024, ya que los EV dominan casi el 100% de las ventas de coches nuevos, según Statistics Norway. Aun así, las exportaciones de petróleo noruegas, que constituyen el 50% de su comercio, contribuyen con un 2,3% del crudo global y un 3% del gas, aumentando las emisiones mundiales.

Noruega acusada de *greenwashing* en su imagen global

Greenpeace ha encabezado la ofensiva, demandando al gobierno por nuevos campos en el Ártico como Breidablikk, alegando que violan los compromisos del Acuerdo de París. Un informe de 2024 de Oil Change International, “On Thin Ice”, critica ferozmente a Noruega por aprobar 19 nuevos yacimientos, lo que podría añadir emisiones equivalentes a 19 centrales de carbón. The Guardian ha tildado al país de “villano climático”, señalando que su extracción de petróleo per cápita supera a la de Arabia Saudí, con 80 nuevas licencias previstas para 2025. Académicos en Climate Policy y la Green European Journal califican esto como un juego de *smoke and mirrors*.

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Muchos denuncian el “greenwashing” noruego y subrayan que presiona a favor de la captura de carbono en lugar de la eliminación progresiva. Mientras, las tendencias globales revelan la ironía: mientras Noruega impulsa los EV, la electrificación de China ha reducido la demanda de petróleo en 600.000 barriles diarios en 2025, según la CNPC, lo que indica un declive de los fósiles del que Noruega se beneficia pero no frena.

Los defensores de Noruega alegan que sus bajas emisiones en la producción y el declive natural de sus recursos para 2050 justifican su postura. No obstante, mientras economías emergentes como India y Vietnam se electrifican con rapidez, los críticos exigen que el país alinee sus exportaciones con su retórica verde o se arriesgue a empañar su liderazgo climático.